«El amigo armado», la necesidad de escoger entre las dos orillas del conflicto
Oihane LARRETXEA | DONOSTIA
La carretera, la amistad y las dos orillas del conflicto vasco son los ingredientes principales de «El amigo armado» (Txalaparta), la novela del alemán Raul Zelik ((Munich, 1968) y que Edorta Matauko ha traducido al castellano. El año pasado la misma editorial publicó la traducción al euskara, realizada también por Matauko.
Para Jon Jiménez, editor de Txalaparta, la novela es una road movie, pues los viajes en coche y la carretera están muy presentes. La historia comienza y finaliza en el mismo lugar, concretamente en Algeciras. En el transcurso se cuenta la vida de Álex, un joven que regresa a Bilbo, ciudad en la que solía pasar sus vacaciones. En la capital se reencontrará con los recuerdos y con las amistades pero, también con un conflicto que, aparentemente, no tiene fin. «No hay helicóptero posible en nuestro conflicto -opinó Jiménez-. O estás en un lado o estás en el otro». El libro habla, entre otras cosas, sobre la necesidad de elegir .
Matauko consideró sin embargo, que es más que una road movie, aunque admitió que de todos los viajes que aparecen en la novela destacan dos. «El primero el que Álex realiza con un amigo, al igual que él, alemán. Mantienen una relación homosexual, a pesar de que el protagonista tiene una hija de una relación anterior». Será una relación abocada al fracaso. ¿Por qué? Porque, además de no sintonizar, mantienen distintas visiónes sobre el conflicto de Euskal Herria.
El segundo viaje importante es el que realiza con su amigo Zubieta, dirigente de ETA. Él le pedirá ayuda. «Será un viaje peligroso, que comienza en el Estado francés y finaliza en Algeciras». Quedará latente la esencia de la amistad que une a los dos personajes.
Una de cal y otra de arena
El autor, Raul Zelik, escribió la novela cuando traducía al alemán «Lagun izoztua», de Joseba Sarrionandia. Petra Elser, que ha ayudado a Matauko en las traducciones, explicó que tuvo muchísimo éxito en Alemania y que fue, «curiosamente, criticado por la prensa de izquierdas y elogiado por la de centro-derecha».
Zelik guarda una relación muy estrecha con Euskal Herria. Durante 15 años visitó un caserío en Nafarroa, donde aprendió hablar euskara. «La novela es un retrato de lo que vio y vivió aquí», anadió.