Oihana Llorente Periodista
Futuro entre rejas
Sé que es un tema recurrente, pero a las puertas de la Navidad no puedo olvidar a aquellos y aquellas que no están entre nosotros. A los que residen deportados en lugares fuera de la ruta de Olentzero, o los que pasarán la nochebuena haciendo frente al frío en una solitaria celda. Cientos de sillas vacías esperan la resolución de un conflicto que perdura desde hace demasiado tiempo.
Un escenario que, además de hacerse esperar, se está cebando con la juventud de este país. Los jóvenes independentistas conforman la obsesión más enfermiza del juez estrella Fernando Grande-Marlaska.
Primero con operativos comarcales, que han recorrido toda la geografía de Hego Euskal Herria, y después con razias masivas, han sido más de trescientos los jóvenes que han sido apresados a sus órdenes en los últimos cuatro años.
La obsesión no parece encontrar fronteras y esta fiebre ha contagiado a la jueza parisina Laurence Le Vert incrementando los arrestos de jóvenes en Lapurdi, Nafarroa Behera y Zuberoa.
La tragedia no acaba ahí, ya que además de los que han conocido en sus propias carnes la incomunicación, cientos de jóvenes más han visto su vida sesgada al ser conocedores de que el magistrado escribirá con sus identidades el próximo capítulo del libro negro de Euskal Herria.
Negro. Así es el futuro que el actual sistema depara a los jóvenes. Precariedad laboral, privatización de los estudios universitarios, cánones de belleza a seguir, consumismo salvaje... estos son algunos de los ingredientes que se ven obligados a digerir. Pero hay quien se niega y sueña con un mundo más justo.
Estos jóvenes, que el sistema no ha conseguido derrocar, son arrancados de sus hogares por docenas y obligados a pagar con su libertad las ansias de este pueblo. La juventud, además de encarnar el testigo de la lucha, la esperanza de que en un mundo más justo es posible, conforma el futuro de este país y no podemos consentir que sean obligados a vivir entre rejas.