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Raimundo Fitero

Sigue la tormenta

La ministra descargada está enfadada. Frunce el ceño. Contesta de malas maneras. No tiene cintura política. ¿Qué le pasa a la sospechosa ministra? Que no sabe qué decir, que se siente sola, que solamente le han apoyado sus amigos de cuchufleta, pero no han aparecido los grandes personajes de la Cultura para echarle una mano. Y es que no se merece la mano nada más que para indicarle la puerta de salida. Lo que está claro es que se ha colocado el debate en la calle, y las demagogias se acrecientan, con el baladista meloso Alejandro Sanz llamando fascistas a quienes están en contra de su postura mercantilista, economicista y putrefacta ideológicamente. Es la suerte de los que están contra la Ley Sinde y sus contenidos censores, que a ella la defienden personajes de esa calaña intelectual y cultural.

Pero la tormenta no se va a parar aquí, en cuanto los vividores del presupuesto general del Estado con su entretenimiento se descuelguen, la verdad es que el debate se colocará en términos globales, sobre asuntos de importancia como es el precio de la cultura, porque ahora mismo el ruido aturde, y parece que quienes estamos en contra de esta nefasta ley estemos en contra de los derechos de autor, de la propiedad intelectual, y es justo lo contrario, estamos a favor de los derechos de todos, y de la Cultura, hasta en su parte de entretenimiento más barata, chata y mercantil, pero la próxima guerra parece que va a suceder en Internet, y que debemos aprovechar estos últimos coletazos de una red libre, o casi, porque estas leyes y todas las que viene, son, en el fondo, para coartar, para prohibir, para controlar. Lo de los cineastas de subvención y así, son los tontos útiles en estos momentos.

Y de paso habrá que reclamar al gobierno que corresponda que se procure un servicio de ADSL competente con Europa, porque para competir con Japón, Corea o Australia deberemos esperar muchas otras tormentas menores en los mares de la mediocridad. Que dimita la guionista González-Sinde, y que se hable, en serio, del futuro de la red en libertad y con libertad. Sin demagogias. Insisto, en Wikileaks se encuentran la claves de esta mamarrachada de ley.

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