JOSU GOIA ETXEBERRIA Bera
¿No nieva porque hace frío?
Esta frase la he oído multitud de veces y parece que todo el mundo se lo cree. A mí me ha tocado esquiar a 17 grados bajo cero y, al mismo tiempo, caerme encima una gran nevada. Por lo tanto, esa famosa frase no tiene ningún parecido con la realidad.
Lo que ocurre es que, cuando va a comenzar a nevar, se eleva la temperatura, hasta entonces existente, en un par o tres de grados, con lo que se aprecia, en ese momento, una relativa disminución del frío.
¿Por qué ocurre esto? Lo explicaré lo mejor que pueda: Si queremos que un sólido (por ejemplo: un pedazo de hielo) se convierta en gas ¿qué hacemos? Pues muy sencillo: lo depositamos en un recipiente metálico, lo ponemos al fuego y primero se convierte en agua que, más tarde, se evapora convirtiéndose en gas.
Si queremos que un líquido se convierta en sólido ¿qué hacemos? Pues también muy sencillo: ponemos agua en un recipiente y la metemos en un congelador. ¿Qué hace el congelador con el agua? Le absorbe el calor, el cual expulsa fuera, y la convierte en hielo. Por eso los frigoríficos expulsan calor por la parte de atrás, calor que han absorbido de lo que hemos introducido dentro de ellos.
¿Por qué se eleva la temperatura de la atmósfera algunos grados cuando va a nevar? Porque en ese momento el agua de las nubes en suspensión se está convirtiendo en sólido (nieve), expulsando a la atmósfera calor. La calidad de la nieve caída a muchos grados bajo cero es seca con esa forma de estrella, como si fueran puntillas, en copos de gran tamaño que se rompen al chocar contra la tierra. Por eso el aire es tan seco en los inviernos de la alta montaña: porque el agua de la atmósfera se solidifica en forma de nieve, de esa «nieve polvo» que se deshace al paso de los esquiadores, para nuestro deleite en esas nieves profundas.
No nos dejemos llevar por dichos populares sin ninguna base real. Lo cierto es que nieva porque hace frío y para que nieve, tiene que hacerlo.