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Los Zuluaga, unos orfebres que forjan mitos en oro y platino

Los hermanos Ander e Igotz Zuluaga han crecido con la orfebrería, un oficio que han heredado de sus padres, Isidro y María Eugenia. La empresa familiar se fundó hace largos años bajo el nombre de «Joyería Zuluaga», aunque fue en el 2006 cuando crearon la conocida marca de Eguzkilore. Con la premisa de difundir la cultura y mitología vasca, el pasado mes presentaron las joyas en plata que recrean las pinturas rupestres de las cuevas de Ekain.
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Oihane LARRETXEA | DONOSTIA

Cuando Ander Zuluaga habla de su taller de Galdakao, desde donde salen las joyas de Eguzkilore, sus palabras desprenden la pasión que siente por su oficio de orfebre. La misma pasión se percibe cuando habla de su padre Isidro, el «maestro» que le enseñó «todo lo que sé sobre joyería». María Eugenia, la madre de la familia, e Igotz Zuluaga, hermano de Ander, conforman el clan, perfectamente coordinado. «La ama e Igotz se ocupan de las relaciones públicas, de los clientes y de las tiendas -explica Ander-. Y el aita y yo trabajamos en el taller, diseñando y fabricando las piezas».

«Tenemos dos tiendas donde se venden joyas y relojes de diferentes marcas, pero ama, que es la cabeza pensante, propuso crear una marca que fuera propia», explica Igotz. Querían, además, que fuera algo de aquí, que tuviera relación con nuestra cultura. «Vender marcas conocidas -agrega- no era exclusivo y, tras mucho pensar, elegimos el eguzkilore». Así, comenzaron a recuperar el significado de esta flor «porque, aunque en muchos sitios tuvieran conocimiento de lo que significaba y para qué se empleaba, en otros muchos lugares el concepto lo tenían totalmente perdido». Por cierto, el eguzkilore se colocaba en la puerta del caserío para proteger a sus moradores de las brujas y de las lamias.

«Recuerdo que era verano del 2006, y ya andábamos con la idea -rememora Igotz-. Me fuí unos días a Formigal con unos amigos y mira que casualidad, que el hotel donde nos alojamos se llamaba Eguzkilore. Fue el destino, una señal. En setiembre lanzamos la marca». El éxito no tardó en llegar, y ahora, cuatro años después, el nombre es de sobra conocido.

La última colección que han lanzado reproduce las pinturas rupestres de las cuevas de Ekain. Concretamente, se trata de un bisonte y un caballo realizados en pequeños colgantes de plata. «Esto también fue idea de ama, que andaba a vueltas con las cuevas de Santimamiñe y Ekain. Le gustan mucho este tipo de cosas». Los responsables de Ekainberri se mostraron de acuerdo con la propuesta y, tras dos años de trámites con Lakua y Diputación, en noviembre presentaron las joyas realizadas en plata -porque el oro está prohibitivo-, a un precio de 39 euros. «Queríamos que estuviera al alcance de un bolsillo medio, para que la gente tuviera la oportunidad de comprarlo, pero sobre todo que pudiera lucir orgulloso las pinturas de Ekain».

Para lograr ese éxito el marketing ha sido importante, un ingrediente imprescindible para hacer apetecible un producto, dice Igotz. «Quizás estemos en una sociedad donde rige el marketing pero parece que no valoramos las cosas si detrás no hay publicidad. Mira -señala-, si el marketing no existiera, lo de Ekainberri muchos lo verían como pintura rupestre y es mucho más que eso. Hay que vender las cosas con un poco de gracia, tienes que crear ilusión».

El presentador Julian Iantzi es, junto a la modelo donostiarra Lorena Bernal, la imagen de la casa vizcaína. «Julian en sus programas siempre lleva al cuello uno de nuestros colgantes y la gente viene a las tiendas pidiendo el mismo. Julian dice que, desde que lo tiene, todo le ha ido fenomenal», explica entre sonrisas.

Además de estas figuras, también reprodujeron la imagen de Mari, aunque tuvo menor repercusión. «Nos dimos cuenta de que la gente no tenía una imagen exacta de Mari; es decir, que no la identificaba con una imagen concreta», así que su venta resultó más complicada. También tienen el «Haritzburua», una pieza similar al lauburu formado por cuatro hojas de roble.

El metal más puro

Además de la plata, en el taller de Ander e Isidro utilizan el oro, pero sobre todo el platino, un metal único.«Es, para mí -reconoce Ander-, el metal más noble y también el más caro». Asegura que las mejores joyas del mundo están realizadas en platino.

Ander está formándose continuamente -«porque hoy en día hay muchísimas opciones»- y ha realizado, entre otros cursos, uno sobre gemología y otro especializado en diamantes. Además, en la actualidad, él es, si no el único, de los pocos que trabaja el platino en Euskal Herria. Para ello ha necesitado ocho años de formación. «Esto también lo aprendí con aita, y a él se lo enseñó un hombre que ahora ya está jubilado». Tan «especial» le resulta este metal, que la lista de «virtudes» parece interminable: «Es de color blanco, no tiene rodio y cuesta pulirlo tres o cuatro veces más que el oro, porque es resistente al desgaste. Es también inmune a la oxidación, es un material de muy buena calidad, muy resistente y con una pureza de un 95%». No se puede fundir en cualquier taller y para hacer un anillo de platino se necesita el doble de tiempo que si fuera de oro. Ahí es nada. «Cuando un cliente viene pidiendo una pieza clásica, de esas que no pasan de moda, la encarga en platino, porque nada resiste mejor al paso del tiempo», añade.

En la actualidad existen tres tiendas Eguzkilore, concretamente en Gasteiz (Fueros, 20), en Donostia (Hernani, 13) y en Bilbo (Gran Vía, 79). Esta última por cierto, la acaban de inaugurar, pues la anterior que regentaban en la capital vizcaína «se había quedado pequeña».

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