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Con Niemeyer, Avilés sigue los pasos de Bilbo para reinventarse

Una cúpula futurista con aires de nave espacial ocupa el solar donde se ubicaba la antigua siderurgia: la ciudad asturiana de Avilés se prepara para la inminente apertura del centro cultural diseñado por Oscar Niemeyer, que ayudará a borrar las cicatrices de la era industrial.
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Gabriel RUBIO-AFP | AVILÉS

Inaugurado el pasado día 15, el día en que el legendario arquitecto brasileño Oscar Niemeyer cumplía 103 años (y todavía sigue en activo), la cúpula en forma de semicírculo y la gran plaza que la rodea iluminan con tonos blancos las orillas del mar. Junto con una torre coronada con un mirador, el conjunto forma el complejo cultural que se abrirá el mes de marzo en esta ciudad industrial de 80.000 habitantes, marcada por el naufragio de la siderurgia y de las minas de carbón asturianas en los años 80.

Avilés aspira a seguir el ejemplo de Bilbo, por el impacto que tuvo el edificio Guggenheim diseñado por el estadounidense Frank Gehry en el desarrollo local. «Ambos proyectos han sido diseñados por arquitectos de leyenda, que han ayudado a transformar un entorno urbano degradado», remarca el director del centro Niemeyer, Natalio Grueso. En Avilés, el complejo constituirá el centro de un amplio proyecto que cambiará el paisaje urbano, desfigurado por años de crecimiento industrial. Los planes son un legado del anciano arquitecto, que los ofreció en 2005 a la ciudad para hacer «un proyecto social».

El centro, que unirá música, cine, teatro y artes visuales, no es un museo, porque sólo acogerá exposiciones temporales sobre un tema que cambiará cada seis meses. El primero será la «luz», explica el director: «Un símbolo de esta ciudad, que fue durante años una de las más contaminadas de Europa y a la que las formas blancas de Niemeyer aportan una nueva luminosidad».

Marcada por la crisis de la siderurgia, que supuso la pérdida de casi el 80 por cien de los empleos en diez años, hoy en día Avilés intenta levantar cabeza dedicándose a la tecnología punta y a las energías renovables. El Niemeyer se extiende sobre una zona industrial abandonada de 200 hectáreas, muy cerca del centro histórico, inmerso en un proyecto denominado «Isla de la Innovación» y que reúne codo con codo a empresas, instalaciones deportivas y áreas recreativas y de paseo.

La inauguración, en primavera

El centro «nos ayuda enormemente en nuestro proyecto de transformación de la ciudad», pero otras actividades «no caerán en el olvido», afirma la alcaldesa Pilar Valera (PSOE). Reconoce, eso sí, «un cierto escepticismo inicial de la gente», que, sin embargo, ahora «se ha apropiado de este proyecto». «Son formas extrañas, pero eso no está mal. Habrá que esperar a que esté terminado del todo», dice Laura Hernández, una estudiante de 20 años de edad.

Avilés tiene puestas muchas esperanzas en los beneficios que traerá el turismo cultural, atraído por un proyecto cuya construcción costará entre 40 y 50 millones de euros al Gobierno asturiano, con un presupuesto de funcionamiento de cuatro millones de euros al año.

«Hace quince años la gente habría dicho, Avilés no tiene futuro turístico porque tiene la imagen de ser una ciudad contaminada y degradada. Hoy en día todo eso ha cambiado», afirma la alcaldesa. Después de un fin de semana de puertas abiertas que tuvo lugar el verano pasado y que atrajo a 12.000 visitantes, la alcaldesa espera que la inauguración de primavera resulte «alto espectacular».

Los vendedores de recuerdos ya se están preparando. Un ejemplo, el fabricante de «niemeyitas»: un bombón que imita la forma de la cúpula.

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