Raimundo Fitero
Para todos
Existe una alternativa real y tangible, a nuestro alcance, pero por sus resultados de audiencia, le damos la espalda, no nos interesa, nos produce repelús. Sí, hablo de La 2, que con todas sus dificultades, sus vaivenes, propone en casi todos los tramos horarios alternativas muy sensatas. Por ejemplo, en la mañana, tiene un programa contendor, un magazine que se llama «Para todos La 2», que nos recuerda que es posible hacer una televisión adulta, entretenida, con debates y no es necesario recurrir al griterío ni a los mismos personajes de la endogamia de cadena.
Este programa contenedor, tiene, incluso, un formato muy reconocible, con presentadores variados, que se mueven por el plató múltiple, se mezclan los reportajes grabados, las entrevistas, pero su diferencia fundamental, la que le caracteriza es que se acercan a los asuntos de actualidad con rigor y con invitados que saben del tema que se trata. No son tertulianos multifunción, sino que para cada asunto se invitan a personas que se dedican profesionalmente al mismo por lo que nos enriquecen de una manera didáctica, con argumentos muy sopesados, por lo que de repente comprendemos que existe una posibilidad de hacer una televisión de auténtico servicio público y no es nada aburrida, sino todo lo contrario es muy agradable escuchar a especialistas hablar con fundamento de cosas que nos interesan o directamente o por contagio social.
El otro mediodía hablaron de los juguetes, del juego, y claro, fue una gozada ver a unas personas jóvenes, doctoradas, desconocidas, es decir no afectadas, que dedican su vida a la enseñanza o a la industria tratando sin tópicos este peliagudo asunto que nos afecta a todos, porque los niños ya no juegan con otros niños, ya no comparten juguetes, ya no inventan, y los estímulos para los juegos es a base de productos televisivos repetidos hasta el infinito. Miren a su alrededor y verán qué juguetes regalamos, que opciones les damos a los pequeños. Una de las personas que intervino en ese interesante debate dijo que había que regalar tiempo. Para todos y para todo. Tiempo. Y jugar, aunque sea un minuto al día, tengas la edad que tengas.