Miren Fernández
Voz del proyecto Miren

Miren acaba de publicar su disco debut. Teniendo en cuenta que sus tíos (hermanos de su madre) son Alberto y José Luis Francesana, primos de Xabier Saldias, los tres miembros creadores de Egan; teniendo en cuenta que otro hermano de su madre, conocido en Zarautz como Belaetxe (ya fallecido) tocaba acordeón y el txistu; teniendo en cuenta que su abuelo Bixente Francesana, de Elizondo, tocaba el txistu, la dultzaina, el clarinete y el saxofón; teniendo en cuenta que su madre, Arantxa, fue parte, junto a María Jesús Arregi y Mari Carmen Otaegi, las tres de Azpeitia, de Unai Hirukoa, que funcionaron a finales de los sesenta y primeros setenta, con varias grabaciones; teniendo en cuenta este anfiteatro músico-familiar, no extraña que Miren se haya dedicado a la música y que, por fin, tenga ya publicado su primer disco, «Laztantzen nuen eskua».

Miren nace el 13 de junio de 1977 en Azpeitia, aunque ha vivido la mayor parte de su vida en Zarautz. No obstante, desde hace un año reside en Hendaia, de donde parte hacia Irun para dar clases de música en una escuela de primaria.

Nuestra vocalista estudia piano, hasta el séptimo curso, en el conservatorio de Donostia. «A veces mi madre me reñía porque, cuando practicaba piano, en lugar de tocar piezas de música clásica, yo me acompañaba y cantaba canciones vascas», recuerda Miren. Ha cantado en el coro de Zarautz, y fue directora por unos años del coro juvenil de la localidad. Termina magisterio musical. Se cultiva en Madrid. Entra en «Sorginen laratza», programa de EITB, donde durante cinco años canta versiones de artistas vascos, a veces en solitario, y en ocasiones junto a Xabier Euzkitze o Marifé Nogales. Pasa, asimismo, por una orquesta de bodas... La cuestión es no perder el contacto con la música, aproximarse siempre, como lo hizo con dos años al ponerse delante de un micrófono en Loiola Herri Irratia. En los últimos años, ha actuado bajo el nombre de Prefosta, interpretando repertorio de canción vasca. Pero Miren desea dar vida a canciones propias, por lo que inicia esta aventura sensorial y plástica que es «Laztantzen nauen eskua», álbum con olores arcanos, interpretado académicamente, arreglado con delicadeza y detalle, con fuerte peso para el piano, pero sin ahogar la dinámica frágil de otros instrumentos.

Es complejo dilucidar a quiénes se dirige Miren, pero probablemente sea a gente con ánimo tranquilo, amante de la canción vasca de siempre, sensitiva, interesada en la tradición folk euskaldun melódica de los setenta, pero con sonido actual; oyentes atraídos por una voz con personalidad y tono temperado, siempre afinada; oídos que buscan un disco amable e intenso, un álbum que con cada escucha muestre nuevos matices, que no se desnude a la primera, y que canción a canción (son numerosas las que se pegan a la piel con facilidad) se vaya haciendo con el espacio familiar. Un álbum donde se pasa de un piano al acordeón, y de éste a la txirula, al violín o a la guitarra acústica con coherencia y buen gusto.

Yo me veo en el folk. Las canciones que compongo creo que son muy melódicas. Sí, también se prestan a ese toque clásico que se pronuncia más con los arreglos de Antxon Sarasua. Él tiene una gran formación musical clásica, y yo creo que al final es una fusión entre los dos estilos.

Benito Lertxundi me gusta muchísimo. Siempre me ha gustado su música y su estilo. Creo que es el cantautor que más he escuchado tanto en discos como en directo. Además, lo conozco personalmente, y sí que ha sido una gran influencia para mí. Es verdad que nos distancia el piano en cuanto a estilo, pero pienso, de otra parte, que el formato que llevo con el acompañamiento de Antxon Sarasua al piano, Abel Perona, al contrabajo e Iñaki Oliden al acordeón, nos diferencia de los demás. En cuanto al punto de vista irlandés, la verdad es que he escuchado mucha música irlandesa, en especial a solistas como Karen Casey, Cara Dillon, Mary Black...

Esa canción fue el primer tema que compuse. Al grabarlo fui metiendo coros y se creó ese ambiente tipo Enya, pero no fue algo premeditado.

¿Enfocarlo? No, enfocado estaba desde hacía tiempo, sólo quedaba dónde grabarlo, cómo, con quién... Al final dimos con Sointek, una productora con la que hemos grabado el disco. Nos llevan el management y también nos hacen el sonido e iluminación en directos. Conclusión: somos como una familia. En cuanto a los arreglos, yo le paso a Antxon mis composiciones acompañadas con el piano y es él el que les da la forma y les saca todo el brillo. Estoy encantada, creo que hace un excelente trabajo. Las letras me las han escrito a medida. Quedaba con los escritores, les contaba de qué iba la canción y ellos perfilaban cada palabra. Han escrito textos Asier Serrano, amigo mío, Andoni Egaña, Xabier Euzkitze, Pako Aristi, M. Azpiazu, Iriondo...

Creo que es una cuestión de gustos más que de filosofía. Es verdad que he tenido una etapa de mi vida bastante mística, y da la casualidad de que la mayoría de las canciones de «Laztantzen nauen eskua» las compuse en esa etapa, pero hoy en día me he convertido en una persona mucho más práctica que mística, la verdad. Pienso, además, que mi mente lo agradece. He sido una persona que le daba muchas vueltas a las cosas y el misticismo, en algún momento, intuyo que me ha llegado a perjudicar. Ahora ya no pienso tanto. Hago.