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El affaire Hariri vuelve a hundir al Gobierno de unidad libanés

La injerencia internacional en los asuntos libaneses, ahora de la mano del Tribunal Especial para juzgar el atentado contra el ex primer ministro Rafic Hariri, vuelve a hundir al país de los cedros en una nueva crisis política. Presionado por EEUU, el primer ministro Hariri hijo se niega a exigir que el Tribunal deje de ser utilizado como ariete para atacar a Hizbulah, que ha provocado una nueva caída del Gobierno.
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Dabid LAZKANOITURBURU

El Gobierno libanés de concentración nacional volvió a saltar ayer por los aires y lo hizo otra vez a consecuencia de la crisis en torno al Tribunal Especial para Líbano creado por la llamada «comunidad internacional» para investigar la muerte en atentado en 2005 del ex primer ministro Rafic Hariri.

Los diez ministros alineados con el bloque liderado por la organización chií Hizbulah y en el que participan otras corrientes, entre ellas la cristiana del general Michel Aoun, y un ministro cercano al presidente libanés y también cristiano Michel Sleimane anunciaron su dimisión en respuesta a la negativa del primer ministro, Saad Hariri, de convocar de urgencia al consejo de ministros para analizar la crisis. El hijo de Rafic Hariri, líder de una coalición liderada por la formación suní que lidera él mismo, se encontraba, paradójicamente, en Washington, donde fue recibido por el inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama.

El Gobierno libanés está formado por 30 ministros, por lo que el bloque de Hizbulah precisaba de al menos un apoyo externo para superar el tercio del Gabinete y forzar así la caída del Gobierno.

El undécimo ministro dimisionario, el chií Adnane Sayyed Hussein, es uno de los cinco próximos al presidente de la República (Sleimane) y justificó su decisión de sumarse a la medida por razones de equilibrio, habida cuenta de que cumplía una función de «ministro de consenso en el Gobierno».

El líder de Hizbulah, Hassan Nasrallah, advirtió a finales del año pasado que el Tribunal Especial para Líbano tiene previsto imputar a algunos miembros de su organización armada la muerte del ex primer ministro y otras 22 personas en el atentado que tuvo lugar va a hacer ya seis años.

Hizbulah ha negado tajantemente cualquier relación con el atentado -en un principio la «comunidad internacional» apuntó a Siria- y acusa al Tribunal de trabajar «a sueldo de EEUU e Israel» y de basar sus acusaciones «en falsos testimonios». La organización de la resistencia libanesa ha emplazado en repetidas ocasiones a Hariri hijo para que zanje de una vez la cuestión y disipe así un escenario de vuelta a la crisis política, endémica, en el pequeño país de los cedros. Está previsto que el fiscal del Tribunal presente este mes un borrador del escrito de acusación.

Ecos de la crisis de 2006

El impasse político recuerda al que tuvo lugar en 2006, cuando seis ministros de Hizbulah y de sus aliados, entre ellos la organización también chií Amal, provocaron la caída del Gobierno del suní Fuad Siniora, cercano al clan de los Hariri, por desavenencias sobre el reparto del poer y por divergencias en torno precisamente al establecimiento del tribunal internacional sobre el atentado del año anterior.

Aquella caída del Gobierno provocó una crisis que duró dos largos años y puso a Líbano al borde de una nueva guerra civil en mayo de 2008, cuando se registraron enfrentamientos entre milicias suníes armadas por Hariri e Hizbulah y que dejaron un saldo de un centenar de muertos.

Hizbulah demostró entonces su superioridad total en las calles libanesas, algo que muchos no perdonan.

Ni la mediación de Arabia Saudí y Siria, padrinos respectivos de ambas facciones libanesas, ni la participación a última hora de Turquía, han evitado el estallido de la crisis.

Todo apunta a que EEUU ha tenido un papel principal a la hora de frenar cualquier solución. El objetivo de Washington es siempre debilitar a Hizbulah, bestia negra de su aliado israelí.

hillary clinton

La secretaria de Estado de EEUU dejó claro a Hariri y a la mediación saudí que no aceptaría un acuerdo para garantizar la estabilidad en Líbano a costa del «Tribunal Especial».

potencias

Tanto Israel como Turquía señalaron que siguen de cerca la última crisis libanesa. El objetivo de Tel Aviv es echar más leña al fuego. El de Ankara, poner todos sus medios para lograr una salida pacífica de la crisis.

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