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Amparo LASHERAS, Periodista

Antes que la Policía, los puros del Che

Euskal Herria se está convirtiendo en un muestrario de cuerpos policiales. Los tenemos armados, encapuchados, uniformados, de paisano y para todo tipo de coyunturas. Policía Nacional, Ertzaintza, Policía Foral, Guardia Civil, policías municipales, grupos antiterroristas, Policía Judicial, el CNI espiando a la ciudadanía rebelde y más de 1.500 escoltas. Y por si esta variedad no fuera suficiente, esta semana la consejera de Empleo y Asuntos Sociales, Gemma Zabaleta, anunció en una entrevista la creación de la llamada Policía Administrativa, cuya misión será «vigilar y controlar» el cumplimiento de la Ley del Tabaco e imponer las correspondientes sanciones a quienes la incumplan. Un discurso, dicho además con acento prepotente, en el que se barajan conceptos como vigilar, controlar, sancionar y cuenta con una policía específica para tal menester exhala un tufillo represor que huele peor que el tabaco y eso que nunca he fumado y más que el humo me molestan los ceniceros y las conciencias que no se limpian. Una vez más se invierten los términos. En lugar de perseguir el fraude fiscal, se arremete contra los perceptores de ayudas sociales. En lugar de sancionar a las multinacionales del tabaco por el empleo de sustancias peligrosas para la salud, se culpabiliza al fumador que es el último eslabón de la cadena y quien paga el impuesto. En la vida, todo lo que se prohíbe o regula en demasía despierta una pizca de atractiva transgresión. Humphrey Bogart sin el humo de su cigarrillo nunca hubiera sido Bogart. Y los puros revolucionarios del Che siempre tendrán una imagen liberadora.

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