Raimundo Fitero
En el plató
La muerte es un tema de conversación entre los actores que se tiñe de mitologías anhelos y designios que tiene que ver con una necesidad de trascendencia forzada a base de aspiraciones de alargamiento hasta el infinito de la vida activa. Morir sobre el escenario no es nada desdeñado por casi nadie de los intérpretes, pero morir en un plató o estudio grabando una serie no forma parte del mismo rango. Si lo del escenario puede considerarse una consagración que se refiere a la longevidad, un infarto de miocardio es un accidente proveniente de un error de cálculo, que no tiene ninguna trascendencia más allá de la pena por la desaparición, en este caso de Paco Maestre, uno de esos actores que han estado ocupados en series, películas y obras de teatro de manera constante y que se caracterizaba por su corpulencia, su voz y su vitalidad.
Ahora daba vida a un personaje de malo en la serie de TVE “Amar en tiempos revueltos” y como siempre, la eficacia superaba todas las consideraciones, aunque en este trabajo daba muestras de su madurez actoral, de sus calidades siempre contrastadas, pero aquí con los suficientes matices y con la asunción de un tipo de fascista español de postguerra que retrataba un prototipo de seres que habitaron todas las sombras de aquellos años y que en su interpretación existía un punto de vista, una claridad ideológica, por contraste, evidentemente. Y es que hablamos de un gran actor, que en escena podía desarrollar todas sus capacidades de manera más libre.
Pero la muerte súbita de un actor en el estudio, tiene muchas más consecuencias, más allá del presumible terror que se provocó en el momento del infarto, según se nos narra, un desvanecimiento, que como siempre sucede en estas circunstancias, parecía algo incidental y leve y resultó ser grave, fulminante, con resultado de muerte. Ahora llegan los trabajos urgentes de remodelación del propio guión, el cómo justificar la ausencia de las tramas ya en marcha de un personaje que tenía su fundamento y su importancia. Una labor que se debe realizar, bajo un estado emocionalmente muy complicado. Un adiós a Paco Maestre, uno de esos magníficos actores secundarios con calidad de protagonista.