Nafarroa Bai, un triste espectáculo
La coalición Nafarroa Bai suscitó expectativas cuando surgió en 2003, pero a día de hoy incluso sus partidarios más acérrimos admiten que su trayectoria ha sido muy poco edificante: enfrentamientos internos, ausencias, desplantes, escisiones... Sin embargo, nada de ello es comparable con la deriva adoptada por algunos de sus socios ante la definición de alianzas electorales para 2011. En un momento en que la ilusión es un sentimiento generalizado, los abertzales de izquierda de este país están siendo testigos de un debate político donde términos como ultimatum, vetos o cerrar definitivamente oportunidades se han convertido en el pan de cada día, incluso dejando huella en documentos escritos. Y generan una comprensible tristeza y frustración con una clase de dirigentes políticos más preocupados en apuntarse tantos para su partido que en el bien general en un herrialde monopolizado y blindado por la derecha españolista desde hace tres décadas.
Sin salir de Nafarroa, el ejemplo de Miguel Indurain es muy válido. El ciclista de Atarrabia patentó todo un método para ganar, basado en priorizar el interés general al particular, en saber repartir juego y victorias, en ir sumando aliados, en hacer equipo. La carrera en Nafarroa será larga aún, los actuales equipos desaparecerán para compactarse y competir en una nueva realidad. ¿Por qué no ponerse manos a la obra desde ya?