«El pueblo quiere la caída del régimen», gritaban a pleno pulmón los miles de egipcios que mostraron su ira ayer en las calles de El Cairo y las principales ciudades del país árabe con mayor población.

El final de la oración en las mezquitas fue el comienzo de una gran demostración de fuerza contra el poder, con miles de personas tomando las calles a pesar del atosigante despliegue de las fuerzas de seguridad para reclamar el fin del régimen de Hosni Mubarak, que lleva en el poder desde hace 30 años.

«Libertad, libertad, libertad», coreaban los manifestantes bajo la mirada de los policías provistos de material antidisturbios cerca de la mezquita de Al-Azhar, referente espiritual para los musulmanes de todo el mundo.

«Mubarak es un dictador y queremos que caiga. Ha pasado el tiempo de las reformas. La gente está furiosa. La situación económica se ha convertido en insostenible», explicaba Ahmed, un joven abogado que participaba en las manifestaciones.

La respuesta del régimen, sin embargo, fue la represión. Cerca de la plaza de la Opera, en el centro de El Cairo, decenas de manifestantes sangraban tras las cargas policiales. «Han disparado bajo con balas de goma. Me han dado en la cintura y en la pierna. Sangraba, pero una personas me ha ayudado a curar mis heridas», declaró Mustafa Sabagh, joven dentista cairota.

Mubarak decretó el toque de queda en El Cairo, Alejandría y Suez, las tres principales ciudades del país, y ordenó al Ejército que respalde a la Policía en las tareas represivas. Al-Jazeera confirmó la presencia de militares en las calles de El Cairo.

«Tras lo atestiguado en algunas provincias en términos de disturbios, anarquía, saqueo, destrucción e incendios de propiedades públicas y privadas, incluidos ataques contra bancos y hoteles, el presidente Hosni Mubarak ha decretado el toque de queda como comandante militar», señaló la televisión pública. Horas después, la medida se extendía al conjunto del país.

Censura a medios e internet

Junto a ello, el régimen egipcio trató de impedir que las imágenes de los disturbios fueran difundidas al exterior del país. Así, retuvo durante horas a cuatro periodistas franceses de «Le Figaro», la agencia fotográfica SIPA, «Le Journal du dimanche» y «Paris-Match».

Junto a ello, acosaron a informadores que trabajaban para las televisiones BBC, Al-Jazeera y Al-Arabiya. La cadena qatarí Al-Jazeera informó de que un grupo de policías acudió a sus oficinas en El Cairo para obligarles a que apagasen las cámaras que enfocaban hacia la calle. Telesur tuvo problemas para informar debido al bloqueo de los satélites. (Continúa en la pág. 22)

Sin embargo, lograron seguir emitiendo y mostrando que pese al toque de queda en El Cairo, miles de personas seguían en las calles y que se producían incendios de vehículos policiales, comisarías y la sede principal del NDP, el partido de Mubarak. Junto a las imágenes de las llamas, podían oírse las detonaciones de las armas del Ejército y la Policía y las consignas de los manifestantes.

AP, por su parte, informó de que los manifestantes habían tomado el Ministerio de Exteriores. Otras fuentes destacaban que el espacio aéreo se había cerrado y que se habían anulado todos los vuelos con origen o destino El Cairo. Las llamas llegaron también al Museo Nacional, uno de los más importantes del mundo.

La Guardia Presidencial se desplegó en las inmediaciones de la televisión pública para evitar que fuera tomada por los manifestantes. Varios analistas coincidieron al señalar que el papel del Ejército será determinante para que la crisis se solucione en uno u otro sentido.

La incógnita del Ejército

Al igual que sucedió en Túnez, pudieron verse escenas en las que los manifestantes jaleaban y se abrazaban a los militares, al considerar que no iban a permitir la represión salvaje que hasta el momento estaba llevando a cabo la Policía.

Escenas similares se vivieron en Suez y Alejandría, donde, según la cadenaAl-Jazeera, más de medio millón de manifestantes lograron hacerse con el control de la ciudad. Reuters señaló, citando a testigos, que los manifestantes se encaramaron a los tanques del Ejército desplegados en Suez.

Pese al despliegue policial y militar, las fuerzas de seguridad no pudieron desalojar la céntrica plaza Tahir de El Cairo, según informó la agencia Efe. Los manifestantes lograron permanecer en el lugar ya entrada la noche, coreando sin descanso consignas contra el régimen.

El Gobierno egipcio también cortó el acceso a la Red y el servicio de telefonía móvil y mensajería sms, que en los últimos días se habían empleado para convocar las movilizaciones de protesta.

La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, denunció esta medida «sin precedentes» e instó al Gobierno egipcio a suspenderla. Además, pidió que se escuchen las demandas de los manifestaciones. La opinión de Washington pesa mucho en El Cairo, ya que depende de su ayuda financiera y militar, puesto que es uno de sus principales aliados en Oriente Medio.

En este sentido, es significativo el llamamiento a la calma que realizó el Pentágono al Ejército egipcio, cuyo máximo mando, Sami Anan, ha viajado recientemente a Washington.

Los balances represivos indican que, sólo en El Cairo, ayer hubo al menos 300 detenidos, tres muertos y 120 heridos. Fuentes médicas citadas por Europa Press situaron en trece los muertos en Suez y en más de 1.000 los heridos en la región del El Cairo.

El ex director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), Mohammed El-Baredei, representante de la pequeña corriente liberal opositora que regresó el jueves a El Cairo, fue puesto bajo arresto domiciliario después de participar en una movilización.

El-Baredei había intentado infructuosamente liderar la oposición al raïs Hosni Mubarak en las pasadas elecciones parlamentarias de noviembre de 2010, en la que Hermanos Musulmanes, la cofradía islámica que aglutina la mayoría de la oposición organizada en Egipto, no pudiera participar en condiciones de igualdad.