Juanjo Basterra | Periodista
Si no saben hacer más que eso, ¡que se marchen ya!
La losa que han colocado sobre las espaldas de los trabajadores con los recortes de las pensiones es muy grave. Está claro que la sociedad vasca y la clase trabajadora han rechazado esos recortes que la élite económica pedía al Gobierno español; éste, dócil, transigente y sumiso, ha aceptado sabiendo las graves consecuencias que traerá.
La huelga general en Hego Euskal Herria ha sido un éxito y cabe decir también que esta senda que hemos recorrido el 21 de mayo de 2009, el 29 de junio de 2010 y el 27 de enero de 2011 contra la avaricia del capital, la sumisión de los gobiernos y en favor del reparto de la riqueza es un camino que sólo los pueblos y la clase trabajadora más comprometida recorren. Otros se callan y firman lo que les ponen encima de la mesa olvidándose de sus consecuencias: más pobreza para los más desprotegidos.
Sin ánimo de polemizar con Vincenç Navarro, catedrático de Políticas Públicas de la Universitat Pompeu Fabra -con el que comparto muchas opiniones-, no estoy de acuerdo con lo que escribió al día siguiente de que se firmase el «Acuerdo Social y Económico». Para él, CCOO y UGT «han hecho lo que tenían que hacer: han defendido en condiciones dificilísimas los intereses de los trabajadores». Niego la mayor. Es evidente que no. Juan Torres López, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, situó la firma en «un grave error», y Miren Etxezarreta, catedrática emérita de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona, dijo que tenían que haberse levantado de la mesa, que llevaban años traicionando a los trabajadores.
Así es, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez han traicionado a la clase trabajadora y así lo entienden muchos de los afiliados de ambos sindicatos que ven que se ha producido la mayor agresión social de la historia contra las conquistas que los trabajadores habían logrado, pero ellos han callado y firmado. Resulta patético ver a Toxo diciendo que «ha merecido la pena» y a Méndez que «es la mejor defensa de los trabajadores». Si no saben hacerlo mejor, ¡que se marchen ya! No queda más remedio que movilizarnos para dar la vuelta a esto, siguiendo lo que aprendimos de otros luchadores en las décadas pasadas.