Acrópolis de Atenas: La crisis griega no afecta a los trabajos de remodelación del templo
La Acrópolis de Atenas se asemeja a los juegos de Lego, bloques de mármol nuevos y brillantes se acumulan sucesivamente entre aquellas columnas que han sido dañadas con el paso de los siglos. Desnudo entre los andamiajes, su elegancia deslumbra al visitante bajo el azul intenso del cielo ateniense.
Isabel MALSANG | AFP
Ala entrada de la Acrópolis, el sitio más visitado de Grecia, los turistas de todo el mundo se agolpan como cada mañana. Muy cerca de la entrada monumental del «peñasco sagrado», un obrero trabaja con un martillo eléctrico sobre un bloque de hormigón armado. Los guías le piden que pare la maquina porque su ruido resulta ensordecedor. «Decidimos quitar los bloques de hormigón que sujetaban los anadamiajes en el mes de enero, porque en esas fechas hay menos turistas. Somos conscientes de que esto no es muy cómodo para los que nos visitan, pero no tenemos otra elección», se excusa María Ioannidou, jefa de la obra de restauración de la Acrópolis. El templo lleva más de una década en obras, aunque desde enero Ioannidou supervisa el comienzo de una nueva fase de restauración en la Acrópolis. Con un presupuesto de cerca de 12 millones de euros, la fase de remodelación se prolongará durante al menos tres años, y será financiada en el 80% por la Unión Europea.
A pesar de la fuerte crisis que azota Grecia en los últimos años, ni el Estado griego ni Europa han reducido los fondos destinados a las restauraciones. «Es un símbolo, no sólo para Grecia, sino para toda Europa. Es un monumento que consagra la civilización occidental», dice Ioannidou.
«Nuestros salarios, como los de todo el mundo en Grecia, han bajado, pero trabajar aquí es un privilegio y debemos conservar nuestro entusiasmo», añade esta ingeniera que lleva 35 años de su vida dedicada en cuerpo y alma a este proceso que comenzó en 1975.
Las restauraciones consisten sobre todo en reparar los desperfectos causados por el hombre a lo largo de los siglos: transformaciones en la iglesia o en la mezquita, los bombardeos venecianos, las demoliciones turcas, incendios, y, sobre todo, trabajos mal realizados al principio del siglo XX.
A pesar de que los antiguos griegos se ocuparon de bañar en plomo las piezas de hierro que unían los bloques de marmol de la Acrópolis, la masiva utilización de hierro ordinario generó «problemas de corrosión» enmoheciendo la piedra, explica Anthi Xatzipapa, una conservadora que se ocupa de limpiar una piedra colocada sobre un banco al aire libre. Arqueólogos e ingenieros se apropian de las ventajas de las nuevas tecnologías. Las juntas de titanio sustituyen ahora a las piezas de hierro del tejado del Partenón.
Además, los daños causados por la contaminación obligan a reemplazar las esculturas originales por reproducciones. Las célebres Cariátides -las seis estatuas de mujeres jóvenes que sostienen el pórtico del Erecteión- fueron las primeras en ser sustituidas por réplicas, seguidas por los frisos del templo de Niké, expuestos al amparo de la lluvia, y que fueron trasladados al nuevo museo de la Acrópolis. Seis grandes placas esculpidas en la cumbre de la fachada oeste del Partenón también serán reemplazadas por réplicas.
«No queremos hacer trampas, es por eso que utilizamos marmol nuevo y brillante, para que cada uno pueda ver lo que es original y lo que no es». «Nuestra metodología es reconocida en todo el mundo, en Italia, en Gran Bretaña y en otros países también lo utilizan», concluye Ioannidou.