
Maite Ubiria Periodista
Con un nudo en la tripa, pero ligeros de equipaje
La irrupci�n de Sortu ha provocado una agitaci�n pol�tica comprensible, al ser la plasmaci�n evidente de una promesa de cambio que nadie puede aspirar a interpretar con m�todos de an�lisis del pasado.
El cielo ha parido un sol que apenas asoma y ya deslumbra. El Estado se ciega y pronto amenaza, pero miles de mujeres y hombres, abertzales, progresistas, l�ase dem�cratas, emplear�n la luz clara para avanzar.
Aunque desde hace siglos este pa�s haya demostrado pericia en navegar en medio del temporal, no es menos cierto que los vascos tambi�n han sabido explorar cada r�faga de aire que pudiera dar br�o a su traves�a.
Hoy toca revisar el cuaderno de bit�cora, refrescar la memoria con las anotaciones que antes hicieron otros viajeros, para interpretar sobre su sabidur�a los vientos nuevos, para sortear miedos y dificultades, para no someter a presiones innecesarias ni al pasaje m�s entusiasta ni al que necesita de razones a�adidas antes de sumarse a la ruta, para no saltarse etapas ni rendirse a los cantos de sirena.
No hay cambio sencillo, porque hasta en la situaci�n m�s escabrosa puede encontrar el ser humano una cala en la que echar el ancla, un refugio, por precario que �ste sea, en el que cobijarse de la mala mar. Tampoco el cambio, por m�s que goce de buena prensa, es en s� mismo garant�a de tocar puerto, porque este nav�o con matr�cula EH se adentra en aguas poco exploradas, aunque tenga compa�eros de viaje solventes. Algunos nos visitar�n bien pronto.
No hay certezas, ya que toca inventar el ma�ana. A este pueblo -y en particular a sus trabajadores- le han apuntado a la formaci�n continua y debe aprender a pronunciar, con un lenguaje que para muchos resulta hoy por hoy extra�o, su leg�timo sue�o. �A qui�n sorprenden ciertos signos de ansiedad?
Pero sin limpiar y ordenar las bodegas es dif�cil evitar el temible corrimiento de carga. Sobre ese credo del buen tripulante, es hora de desplegar las velas del di�logo, para hacer fuerte ese sol que para algunos quema y para otros es demasiado tibio, pero que alumbra el camino.
Los independentistas est�n dispuestos. Son hijos de la mar y van ligeros de equipaje. Las inercias pesan mucho m�s en esa patria vecina que, sobrecargada de barreras y vetos, se resiste a rescatar la palabra del exilio en que muri� el poeta.