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«Las Mutuas son una tortura para los afectados por amianto»

«Calvario» y «tortura». Así describen Patxi Kortazar y Begoña Vila sus vivencias en la larga lucha por lograr que empresas y mutuas paguen por no haber aplicado las medidas de seguridad necesarias para evitar el daño causado por el amianto.

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Juanjo BASTERRA I

Son dos casos representativos de la lucha diaria de los afectados del amianto contra las empresas y contra las mutuas, un trabajador, Patxi Kortazar, y Begoña Vila, viuda de Marcos Albitre, que falleció de un mesotelioma, un tipo de cáncer fulminante. A los trabajadores no les informaron, ni les previnieron, ni les protegieron del mineral cancerígeno, pero, una vez que se contagiaron, les están poniendo todos los obstáculos para evitar que se les reconozca la enfermedad profesional y que tengan la indemnización adecuada por la pérdida de la calidad de vida o, en muchos casos, por la muerte de sus familiares. Es así de duro. Reclaman un Fondo de Compensación, como hay en otros países, para evitar que los afectados «tengan que luchar ante los tribunales por unas indemnizaciones, lo que supone una tortura y añadir más sufrimiento a tus problemas» y consideran que los médicos de Osakidetza debieran actuar con más rigor..

Mientras mantienen esa lucha, la Administración pública «cierra los ojos, enmudece y se tapa los oídos» para no escuchar las reclamaciones de los afectados. No es broma. En 2009 fallecieron 23 ex trabajadores contagiados por amianto; un año antes fueron 18 y en 2008, otros 12 más. Son datos que controla la Asociación de Víctimas del Amianto de Euskadi (Asviamie), pero que tan sólo son una parte muy pequeña de la realidad. Se calcula que en Hego Euskal Herria más de 30.000 trabajadores estuvieron en algún momento de su vida laboral en contacto con ese mineral cancerígeno.

Larga lucha en los pasillos

Patxi Kortazar es un trabajador de Fundición Nodular Flesic, de Iurreta, y desde 2003 lleva peleando para conseguir la incapacidad con Mutua Vizcaya Industrial, ahora Mutualia, después de que le aparecieran placas pleurales y una asbestosis. En 2005, la Seguridad Social le reconoció la enfermedad profesional, pero Mutualia impugnó la resolución. Desde entonces lleva una larga lucha entre juzgados y médicos. Begoña Vila es viuda de Marcos Albitre, que tenía un trabajo de acompañante de viajeros en Wagons Lits-Renfe. Sufrió la muerte de su esposo y los obstáculos que pusieron las mutuas y ambas empresas para llegar a la conclusión de que las empresas utilizaron el mineral cancerígeno sin aportar las medidas de prevención adecuadas a los trabajadores. Ambos aseguran, sin ningún género de dudas, que «el trabajo que realizan las mutuas poniendo siempre trabas y recurriendo sentencias es una tortura para los afectados».

El testimonio de Patxi Kortazar pone los pelos de punta y es un ejemplo de por lo que pasa cualquiera de los afectados en esta batalla. «El 28 de mayo de 2003 se me realizó un reconocimiento de empresa, firmado por la médico Ana Zufía Uriarte. Ve las placas pleurales y me manda al Hospital de Galdakao el 30 de mayo. Las radiografías las entregé a Mutua Vizcaya Industrial -hoy Mutualia-, pero no le dan importancia». En 2004 y 2005 le hacen reconocimientos, pero ningún médico firma los mismos. En 2006, Isabel Merino Ramos dice en el informe que la auscultación pulmonar es «normal y que tengo murmullo vesicular conservado. En esas fechas -dice el afectado- Osakidetza sabía que tenía placas pleurales y asbestosis». Kortazar asegura que conociendo el origen de mi enfermedad, Mutualia «se saltó los protocolos de vigilancia del amianto, lo que es inadmisible y muy grave. Lo saben».

En 2007, el doctor Manuel Oribe le dice que debe evitar «los riesgos directos en la manipulación de amianto, humos de soldadura metálicos, polvo, sílicie e irritantes respiratorios. Me dice que soy apto a nivel laboral con limitación para trabajos sensibles al polvo y las fibras». En 2008, Aritz Ortega Longarte firma «el mismo informe que un año antes». En 2009, la doctora Charo Alfageme «reconoce que no tengo un sitio para trabajar en la Fundición Nodular Flesic» y admite por escrito que no le practicaron las pruebas de control de amianto.

Compartir médico

Lo más orprendente, a juicio de Patxi Kortazar, es que desde 2003 a 2009 esos controles médicos los hizo Mutualia Prevención, pero «hasta el 25 de enero de 2010 no me llamó Mutualia Salud, cuando Carlos Sarabia Unibaso me da dos altas, el 14 de marzo de 2010 y el 20 de enero de 2011. No se han preocupado para más. El primer TAC que me hace Mutualia, una prueba de diagnóstico radiológica mediante la utilización de rayos X y procesamiento de las imágenes por ordenador, fue entonces, cuando en 2005 Osakidetza ya me lo hizo y demostró las placas pleurales y la asbestosis. Si no hago la prueba con Osakidetza, me muero y no sé de qué». Sin embargo, el afectado recuerda que el médico de familia Sarabia «tras pedirle que me envíe a un neumólogo, me remitió a la doctora Isabel Urrutia Landa, que es médico de la mutua, pero es la que me atendió en el Hospital de Galdakao. ¿Cómo puede ser que por las mañanas te atienda en el hospital público y por las tardes te atienda en la mutua, un servicio privado? ¿Cómo va a defender a los trabajadores? Es una vergüenza». Kortazar debería incorporarse al trabajo, una vez que los tribunales médicos no le quieren dar la incapacidad, pero la médica Charo Alfageme le dijo que «no puedo trabajar en las condiciones de la empresa».

El trabajador de Fundición Nodular Flesic advierte que «todo esto es una mafia en contra del trabajador. Todavía recuerdo que en Asviamie hemos visto un parte de baja de enfermedad leve y al mes siguiente falleció por un mesotelioma».

«Cáncer terminal»

Begoña Vila reconoce todas estas adversidades y el daño que las mutuas están haciendo a los afectados. «Mi marido dependía de la mutua Fremap, aunque los informes médicos nunca firmados, eran del servicio médico Medypsa. El último examen que le hicieron fue el 21 de enero de 2005, en el que daba alteraciones, entre otras, a las transaminasas, lo que quería decir que había una intoxicación o eras alcohólico. Mi marido no lo era. Entonces, a mano, pusieron `virus', y obviaron el problema», mantiene Vila.

Siete meses más tarde, le detectaron el cáncer, «aunque según ese equipo médico tenía una espirometría -control de aire en los pulmones- que le daba 105% y 104%, lo que era imposible, porque tenía cáncer terminal. Cuando fuimos al Hospital de Cruces se le diagnosticó ese carcinoma pleural con un tratamiento plaitivo, por lo que era imposible que tuviera el sistema respirato rio en condiciones óptimas, como nos dijeron en ese servicio médico de Mapfre», explica su viuda.

Expresa, además, que «conseguir la enfermedad profesional fue un calvario, incluso el jefe de la Inspección de Bizkaia, Manuel Velázquez, lo catalogó como `un accidente laboral', porque no contamos -escribió en el informe- con los elementos probatorios suficientes que desvirtúen el principio de presunción de inocencia de la empresa». Por lo que Begoña Vila afirma que «el mesotelioma es una enfermedad profesional. Está reconocido desde finales de la década de los setenta del siglo pasado, aunque a Velázquez no le importó eso».

También recuerda que durante la enfermedad Marcos Albitre, ya que falleció en setiembre de 2006, estuvo intentando conseguir un diagnóstico firme, «que Osakidetza no se lo proporcionó. Incluso la experta médica Isabel Isidro, del Instituto de Silicosis de Oviedo, me dijo que era fácil diagnosticar un mesotelioma, pero no fue hasta su muerte cuando en el Hospital del Vall D'Hebron me hicieron un análisis completo». Por eso, la viuda de Albitre afirma que «me sometieron a un calvario. Ni Renfe ni Wagons Lits reconocieron delante del juez que se trabajaba en contacto con el amianto.

«Tenemos que agradecer el trabajo de Jesús Uzkudun»

Begoña Vila y Patxi Kortazar agradecen «el trabajo de Jesús Uzkudun a la hora de darnos apoyo físico pero también emocional. Nos ha ayudado a tirar para adelante. Gracias a él seguimos en pie», expresaron. Este sindicalista, responsable de Salud Laboral de CCOO de Euskadi, lleva años en esta batalla.

Begoña Vila recuerda todavía que en Wagons Lits y Renfe «por donde han pasado mi hermano, mi cuñado y mi sobrino» al resto de trabajadores «que estuvieron con mi marido no les han hecho vigilancia específica con el tema del amianto. Es muy grave».

Ambos afectados recuerdan que en Holanda, Gran Bretaña, Bélgica y otros países «si estás afectado por amianto te indemnizan en pocos meses, aquí nos tiramos de media entre cuatro y seis años para sacar algo en claro en los juzgados. Es una vergüenza. Necesitamos un fondo de compensación». J. B.

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