«Sólo son imágenes. 25 fotografías de Juan Rulfo», en la Fnac de Bilbo
La Fnac de Bilbo muestra, a través de 25 fotografías tomadas por el autor de «Pedro Páramo», la importancia de su faceta fotográfica, menos conocida que la literaria, que hizo de Juan Rulfo uno de los escritores latinoamericanos más destacados del siglo XX.
Anartz BILBAO
El escritor Juan Rulfo (1919-1986) no necesitó más que dos obras para ser destacado como uno de los principales autores en lengua castellana del siglo XX, estando adscrito al movimiento literario denominado realismo mágico, cultivado principalmente por autores latinoamericanos. Así, las dos únicas obras del escritor mexicano, «El llano en llamas» (1953) y «Pedro Páramo» (1955), son hoy clásicos de la literatura universal.
Menos conocida que su obra literaria es la faceta de fotógrafo que desarrolló quien trabajó como agente viajero para la compañía Goodrich-Euzkadi de 1946 a 1952. Por ello, la Fnac de Bilbo inauguró ayer la exposición «Sólo son imágenes. 25 fotografías de Juan Rulfo», que exhibirá en horario comercial hasta el 25 de marzo. Según Ana Bolívar, responsable del Club Cultura de la FNAC, la faceta de fotógrafo del mexicano «sorprende, pero no es algo casual ni se trata de una afición. Esta exposición no intenta extraer una faceta anecdótica de Rulfo, sino dar a conocer la sólida trayectoria como fotógrafo que llevó a cabo durante veinte años de su vida».
La muestra está organizada en colaboración con la Fundación Juan Rulfo y la Editorial RM para conmemorar los 25 años del fallecimiento del autor mexicano. Tras su paso por Bilbo, donde se inaugura, la muestra viajará por otras ciudades del Estado, y es probable que también se exhiba en Donostia en 2012. «La exposición se inicia en Bilbo -prosigue Bolívar-, porque es una ciudad que sabemos que va a apreciar esta muestra y porque existe mucho interés en la fotografía» en Euskal Herria (cita a Bilboargazki, Getxophoto, el colectivo Periscopio de Gasteiz, etc.). «Además, cuando se lo propusimos al director de la Fundación Juan Rulfo, nos dijo entusiasmado que había visitado alguna vez la ciudad y había percibido una especial simpatía por lo mexicano».
Las imágenes de la exposición son una selección del libro «100 fotografías de Juan Rulfo», de la Editorial RM, y han sido destacadas por los comisarios de la muestra, el británico Andrew Dempsey y el italiano Daniele De Luigi. Ambos especialistas en fotografía «son de los mayores conocedores de la obra fotográfica de Rulfo, y han escrito numerosos ensayos sobre esa faceta», destaca Bolívar. Además, han tenido acceso al acervo fotográfico del mexicano, de más de 6.000 negativos.
El Director de la Fundación Juan Rulfo en México, Víctor Jiménez, destaca la relevancia de la faceta fotográfica del artista, aún desconocida. «No es muy conocido el hecho de que Juan Rulfo hubiese tenido trayectorias paralelas en la literatura y la fotografía: hacia 1940, escribe sus primeros textos y toma sus primeras fotografías; alrededor de 1960, deja prácticamente de escribir literatura y de realizar imágenes con su cámara. En ambas actividades alcanzó una maestría que ha sido universalmente reconocida. Para Susan Sontag, la obra literaria de Rulfo fue una de las más influyentes del siglo XX y, al mismo tiempo, lo consideraba `el fotógrafo más importante que he conocido en Latinoamérica'. Esto último, dicho por la autora de un ensayo fundamental como `Sobre la fotografía', no es poca cosa».
Rulfo publicó fotografías suyas por primera vez en 1949, en la revista «América», y en 1960 expuso en Guadalajara (México) una pequeña colección de sus fotos, pero fue la exposición de 1980 en el Palacio de Bellas Artes de la capital azteca la que abrió al público más amplio el conocimiento de esta parte de su creación. Desde entonces, el interés por el fotógrafo no ha cesado de incrementarse y con él, las exposiciones y los libros dedicados a sus imágenes.
El valor de la exposición «trasciende la dualidad de facetas escritor-fotógrafo y el hecho de que esta dualidad resulte sorprendente», destaca Bolívar. «La obra de Rulfo ha sido estudiada y valorada por expertos en fotografía y se le da un valor independiente a su labor literaria aunque, en muchos casos, al observar las fotografías nos vengan a la mente pasajes de sus relatos. Rulfo nunca quiso modificar la realidad en sus fotografías, no le interesaba preparar o modificar las escenas. Evitó un estilo sofisticado y las soluciones creativas que permite el medio, y su obra fotográfica tiene una personalidad independiente a la literaria».
A través de las 25 fotografías, «el visitante puede hacerse una idea general sobre los temas preferidos del escritor y sobre su estilo. Rulfo no aspiraba a capturar situaciones fuera de lo ordinario y no deseaba ir a la caza del momento decisivo. Concebía el mundo como se presenta día tras día, aparentemente inmutable, sin que hubiera un momento repentino que lo resumiera todo. Por eso sus fotografías tienden a la simetría, con líneas que a menudo dividen en partes homogéneas el encuadre (líneas como el horizonte, las paredes de un edificio, una sombra...). Son fotografías equilibradas, llenas de armonía en la composición».