Tiene fama de sargento, pero los que mejor le conocen aseguran que su verdadera cualidad es ser directo, para bien o para mal. De la misma manera que es muy exigente con sus jugadores -aplica mano dura en cada entrenamiento-, también los defiende a muerte frente a las críticas.

Eso le ha costado algunos disgustos, como cuando debutó en Primera con el Athletic y algunos pesos pesados del vestuario rojiblanco no vieron con buenos ojos trabajar con tanta intensidad, lo que al final le supuso su despido. Pero esa misma fórmula le ha dado muy buenos resultados cuando se ha encontrado con un grupo dispuesto a esforzarse en cada sesión.

El día de su cese en el Valladolid, hace ahora exactamente un año, salió rodeado de una multitud de aficionados que le ovacionaban y daban ánimos, algo no muy habitual en el mundo del fútbol, y que habla bien a las claras de su carisma y honestidad.

Previamente, dirigió la mejor temporada de todos los tiempos del Eibar, con hombres como Silva, Iraizoz o Joseba Llorente, a los que les dio su primer pulido para ser futbolistas de élite.

Ataviado en ocasiones con una camiseta de Disorders, el grupo donde toca su hijo, Mendilibar sacará su látigo a partir de hoy en Tajonar