CRÍTICA jazz
De «entertainers» y jóvenes prodigios
Javier ASPIAZU
La música puede suscitar multitud de emociones de buena ley cuando aspira a resultar significativa. Pero también puede ser un mero divertimento, sin apenas trascendencia, cuando sólo pretende entretener, como ocurre en tantos conciertos parecidos al que nos ofreció el joven pianista Vana Gierig, nuevo talento de un jazz latino de baja graduación, que actuó en el teatro Campos al frente su cuarteto y acompañado, además, por un Paquito d´Rivera menos implicado que nunca. El veterano altosaxofonista cubano, uno de los mayores virtuosos del mundo, y verdadero reclamo para el numeroso público que se dio cita en la sala, apenas lució su impresionante talento a lo largo de un repertorio estereotipado que incluyó temas a lo Michel Camilo, bossas, sambas evolucionados, alguna balada y un homenaje un tanto errático, por disperso, al que fue mentor de d´Rivera: el legendario trompetista Dizzy Gillespie.
Tanto Gierig como el resto de los miembros de la banda dieron cumplida muestra de su gran calidad en alguno de los solos, pero su desempeño conjunto, a lo largo de un repertorio como el citado, fue haciéndose cada vez más previsible y obsequioso. Eso sí, el público pareció disfrutar con estos eficaces entertainers que apenas se elevaron sobre la superficie del tópico.
Al día siguiente, en el BJC, disfrutamos de la intensidad y la entrega absolutas del joven trío liderado por el contrabajista Edward Perez, una de las figuras emergentes en la escena neoyorquina. Acompañado por dos fenómenos israelíes de técnica portentosa (Shy Maestro, al teclado y Ziv Ravitz, a la batería), Perez imprimió su exigente personalidad a un concierto lleno de contrastes, de ritmos e indagaciones sonoras.
Maestro, de apenas 23 años, demostró que es uno de los pianistas más creativos del momento extrayendo acordes sorprendentes del teclado del club, y Ravitz (otro asombroso veinteañero) se confirmó como uno de los baterías más completos del actual panorama del jazz, capaz de tocar abierto a continuos cambios con una seguridad y energía inauditas. Un trío apasionante, de los que garantizan la continuidad del jazz.
