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ESZENAK

Porros, malos humos y la Pajín a escena

Amaia EREÑAGA Periodista

No se sabe muy bien qué esperaba encontrar aquel espectador en el barcelonés Teatro Apolo. Quizás andaba confundido con la cartelera y pensaba que aquello era una zarzuela, ese género «tan nuestro». Pero la cuestión es que, al toparse con que «Hair, Love & Rock Musical» estaba repleto de hippies que cantaban, pontificaban sobre el amor y fumaban porros y más porros, tiró por la directa y, con su denuncia apelando a la Ley antitabaco -«seño, ¡que fuman!»-, la ha montado buena. Aunque la denuncia la planteó ante la Agencia de la Salud Pública de Barcelona, que ha decidido no sancionar a la compañía, sí ha aparecido la seño: Leire Pajín.

La ministra de amplia papada felipista y mirada envenenada -si hubiera podido, habría fulminado allí mismo a Álex de la Iglesia en la gala de los Goya del pasado domingo-, es más papista que el Papa. Ha dado la razón al inquisitorial denunciante, a la vez que ha hecho una recomendación: «Simulen que uno fuma sin necesidad de fumar, como simulan asesinatos que no son reales». Vaya símil.

La rocambolesca historia que se ha tejido en torno a la versión en castellano de esta ópera-beat, todo un clásico que se ha representado en teatros de todo el mundo, llega hasta extremos inverosímiles. «Los actores fuman hierbas de herboristería: maría luisa, albahaca... no perjudiciales para la salud», explicaba Joan Lluís Goas, productor artístico. O sea, que no era tabaco; ya me parecía a mí que al espectador-torquemada ese lo que le pareció, en realidad, es que lo que fumaban eran porros. De ahí, la denuncia.

El director del Teatro Nacional de Catalunya, Sergi Belbel, convocó a reunión interna, porque en «Agost», el gran triunfo de la temporada, se fumaba, y mucho. En el Lliure acababan de terminar las representaciones de «L'arquitecte», donde Pere Arquillué fumaba; Toni Cantó se echa un cigarrillo en «Razas»; en «Amadeu», de Albert Boadella, los actores se pasean fumando habanos y en «Un tranvía llamado deseo», la versión de Mario Gas con Ariadna Gil y Vicky Peña que llega en primavera al Arriaga, ¿cómo no va a haber humo, si es «una» de Tennessee Williams?

Ayer mismo, la Federación Estatal de Asociaciones de Empresas de Teatro y Danza (FAETEDA), que agrupa a 400 empresas del sector, pedía a la Administración «que, por el bien del teatro y el respeto a la libertad artística», la Ley «no afecte a las representaciones teatrales ni a los rodajes cinematográficos». A mí, ex fumadora a la que, básicamente, esto del tabaco me deja fría -ya no es mi pelea, lo siento ex compañeros de adicción-; sin embargo, el papismo y las tonterías en general me molestan y mucho. A ver, ¿qué sería de «Casablanca» si Humphrey Bogart fumase hierba luisa? Una mierda.

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