Miguel Cohan quería debutar con un drama familiar de implicaciones criminales, inspirado en los retratos oscuros que el maestro Chabrol hace de la burguesía provinciana, con «La ceremonia» en el punto de mira. El móvil perfecto lo encontró en los accidentes de tráfico, porque, como ya dejó bien claro Pablo Trapero en la reciente «Carancho», Argentina es el país con más accidentes de tráfico del mundo. Una trágica marca que provoca situaciones judiciales anómalas, con una constante sospecha de impunidad.

En «Sin retorno», el causante del atropello mortal huye, ocultando su responsabilidad. Una circunstancia de partida que enlaza directamente con el clásico de Bardem «Muerte de un ciclista». Las posteriores ramificaciones del caso van luego más allá, en consonancia con la repercusión mediática que tienen hoy en día los sucesos no resueltos, donde se conoce a la víctima pero no al culpable.

Cohan plantea un pulso entre las familias de la víctima y del culpable oculto. Federico Luppi encarna al padre que reclama justicia y que inicia una campaña para dar con el asesino de su hijo, mientras que el joven Martín Slipak es el conductor criminal al que protegen sus padres, sin dudar en dejar que la Justicia se cebe con un falso sospechoso. Es Leonardo Sbaraglia quien interpreta a ese inocente al que todos quieren condenar, pese a que su oficio de ventrílocuo le convierte en un buen hombre entregado a hacer felices a los demás con sus espectáculos.

Es un motivo de orgullo para nuestra Bárbara Goenaga formar parte de uno de los mejores repartos del cine argentino, haciendo de pareja de Leonardo Sbaraglia, junto al que sufre las consecuencias de un drama muy realista, de los que conciencian al espectador.