Revueltas en el mundo árabe
Gadafi llama a sus partidarios a tomar las armas para defender su régimen
El líder libio, Muamar al-Gadafi, convocó ayer a sus partidarios a tomar las armas para aplastar cualquier intento de derrocarle, mientras continuaba el goteo de deserciones y Occidente aumentaba su presión al régimen con la adopción de las primeras medidas para tratar de poner fin a la represión de los opositores antigubernamentales. Los comités populares tomaron el control de más territorio y los enfrentamientos llegaron hasta las puertas de Trípoli.
GARA | TRÍPOLI
Muamar al-Gadafi instó ayer a sus partidarios a prepararse para «combatir por Libia, la dignidad y el petróleo» y derrotar cualquier «agresión externa», tal y como resistió a la colonización italiana y a los bombardeos estadounidenses, y advirtió de que, en caso de necesidad, abrirá los arsenales y entregará las armas a «todo el pueblo libio» para que luchen contra los intentos de terminar con su régimen. «Ésta es la fuerza del pueblo que no puede ser derrotada. Vamos a pelear y venceremos», sostuvo ante varios cientos de seguidores.
En su discurso desde una muralla de la Plaza Verde de Trípoli, según imágenes de televisión, Gadafi dijo que «podemos derrotarlos con el pueblo armado».
Duramente criticado en el extranjero, atacado por todas partes por una oposición armada que controla ya varias ciudades, entre ellas todo el este del país, Gadafi recordó que «éste es el pueblo que derrotó a Italia» y agregó que «el pueblo que no me quiere no merece vivir».
«La vida sin dignidad no tiene ningún valor, la vida sin banderas verdes -la que instauró tras su revolución- no tiene ningún valor», agregó.
La intervención del líder libio, de sólo unos minutos de duración, fue difundida mientras se conocían informes sobre enfrentamientos en distintos puntos de la capital, según varias agencias. Las cadenas árabes Al-Jazeera y Al-Arabiya informaron de que varios barrios de la capital estaban ya anoche controlados por manifestantes de la oposición.
Mientras que la región oriental petrolífera sigue en manos de la oposición que ha colocado una nueva administración al frente, en Trípoli, las fuerzas pro-Gadafi, se desplegaron durante la mañana alrededor de las mezquitas para impedir las protestas tras la oración del viernes y, según testigos citados por AFP, dispararon a manifestantes y transeúntes.
Informaciones no confirmadas de los opositores de Al-Baida (este) indicaron que los partidarios de Gadafi se concentraron en Trípoli, donde la milicia Khamis dispondría de 9.000 combatientes, carros y aviones de combate.
Heridos rematados
Esas milicias, según escribió el Movimiento de la Juventud Libia en su cuenta de Twitter, se apoderaban de las ambulancias que recogían a los heridos en la capital y los remataban dentro de los propios vehículos.
Testigos presenciales señalaron a Reuters que al menos cinco personas murieron en el este de la capital, en el barrio de Fachloum, a manos de las «milicias» de Gadafi, y agregaron que este barrio y el de Ben Achour eran escenario de «disparos contra todos los que están en la calle». La televisión estatal negó que hubiera habido muertos en Trípoli.
Vecinos de la capital, tomada por policías y militares leales al régimen, aseguraron que varias zonas estaban en poder de los opositores.
También se informó de que las localidades de Yefren, Zenten y Jadu, en la región de las Montañas Occidentales, a unos 150 kilómetros al sureste de Trípoli, no estaban ya bajo control de las autoridades centrales.
La situación más complicada se vivía en Zawiyah (60 kilómetros al oeste de Trípoli), donde 35 personas murieron y al menos 50 resultaron heridas el jueves en el asalto de las fuerza de seguridad a la ciudad, que cuenta con la mayor refinería de petróleo del país, donde perpetraron una «masacre», según testigos egipcios que huyeron a Túnez.
«Los heridos no consiguen llegar a los hospitales, pues los tiroteos son generalizados», informó el diario libio «Quryna».
Otra ciudad al oeste, Zuara, era escenario de sangrientos combates, una situación similar a la vivida en una base aérea cercana a Musratha, que había sido abandonada por los leales al régimen, informó AFP. Según testigos, se estaban produciendo muchas muertes.
Desde el lunes Zawiyah permanecía bajo control de los opositores y de sus calles habían desaparecido las fuerzas leales a Gadafi. Por eso, no es de extrañar que en Benghazi, segunda ciudad del país y símbolo de la revuelta, se estén preparando defensas ante la posibilidad de que se produzca un eventual contraataque del régimen, aunque muchos de sus habitantes estaban dispuestos a marchar hasta Trípoli para «liberar» la capital.
En esa ciudad, decenas de miles de personas se manifestaron ayer contra Gadafi, en la que ha sido la mayor protesta desde que estalló la revuelta.
Gadafi, que en los últimos años se ha comprometido a luchar contra Al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) acusó el jueves a los manifestantes de estar vinculados a la red islamista.
AQMI apoyó a los manifestantes libios y ofreció su ayuda a la insurrección. «Es hora de que el impostor, el pecador y el cabrón con el corazón de piedra» de Gadafi siga los pasos de los líderes tunecino y egipcio, dijo.
El viceministro libio de Asuntos Exteriores, Khaled Kaim, había mencionado la instauración en Derna de un emirato islámico, lo que fue desmentido desde allí.
Sin embargo, un cable diplomático de la embajada de EEUU en Trípoli de junio de 2008, revelado por Wikileaks, evocaba la presencia de «yihadistas» en el este de Libia, especialmente en Derna. El autor del cable consideraba que esos combatientes, llegados de Irak, Afganistán, Líbano y Cisjordania, desempeñaron un papel con los más jóvenes.
Gobierno paralelo
Mientras Gadafi hablaba en Trípoli, en Benghazi, los comités populares que ahora la controlan anunciaban la formación de una administración local para coordinar acciones con otras «localidades libias liberadas». Unas horas antes, Al-Jazeera informó de que numerosos altos cargos, tanto políticos como militares, que habían roto con el régimen en los últimos días, preparaban la constitución de un órgano político para dirigir el país.
El anuncio oficial lo hizo por la noche Abdelhafiz Hoga, portavoz de la llamada Coalición Revolucionaria del 17 de febrero, creada por los grupos de oposición al régimen que ya controlan distintos puntos de Libia.
Se trata de la primera entidad administrativa popular que se forma en Libia para sustituir a las autoridades locales que han dejado de funcionar según iban pasando a control de la oposición en diferentes localidades.
El líder libio estaría quedándose cada vez más solo de confirmarse la noticia avanzada por al-Jazeera de que la base aérea de Muitiqa, la mayor de Trípoli, se unió ayer a la revuelta.
Además, ayer siguió el goteo de deserciones de diplomáticos y funcionarios libios, entre ellos los embajadores en el Estado francés, Portugal, el Consejo de Derechos Humanos y la UNESCO, la delegación ante la Liga Árabe y la misión libia ante la ONU, que ayer dejaron de responder a las instrucciones de Gadafi .
También renunciaron Ahmed Gadaf al-Dam, primo del líder libio, cercano asesor y encargado de las relaciones entre Libia y Egipto, y el fiscal general de Libia, Abdel Eahman al-Abar.
Ibrahim Debasi, que habló en nombre de la misión libia ante la ONU, pidió a la comunidad internacional que intervenga para detener la «matanza» e instó a todo el cuerpo diplomático a no acatar las instrucciones de Trípoli. Asimismo, pidió al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que lleve a Gadafi y la cúpula de su régimen ante la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes contra la humanidad.
Presión internacional
En el frente diplomático, ayer se multiplicaron los esfuerzos para presionar y aislar a Libia.
La Unión Europea (UE) y OTAN acentuaron ayer la presión sobre un régimen libio acorralado concertándose sobre la evacuación de los extranjeros todavía en Libia, incluso sobre los medios de hacer respetar una zona de exclusión aérea, si Naciones Unidas lo autoriza.
El Gobierno de EEUU anunció que impondrá sanciones unilaterales contra Libia y buscará coordinar represalias internacionales, mientras que la UE acordaba, entre otras medidas, un embargo armamentístico total, la congelación de los bienes del clan Gadafi en territorio comunitario y la prohibición de visados para esa familia.
Por su parte, la Alianza afirmó que estará preparada para afrontar «cualquier eventualidad», si bien por ahora no quiere obstaculizar el proceso de evacuación de ciudadanos extranjeros, cuya seguridad es su prioridad.
El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió anoche a puerta cerrada para tratar la adopción de medidas contra Libia.
Previamente, en Ginebra, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó una resolución de condena de la brutal represión en Libia que ordena una investigación internacional que solicita a la Asamblea General que suspenda la participación de Libia en ese organismo.
La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos HUmanos, Navi Pillay, pidió también una intervención internacional que detenga la violencia y afirmó que miles de personas podrían haber muerto o resultado heridas en la creciente violencia contra los manifestantes antigubernamentales, muchos de los cuales recibieron disparos en la cabeza y el pecho.
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU advirtió ayer de que la cadena de suministro de alimentos a Libia «está en peligro de colapso», ya que las importaciones de alimentos ya no llegan a los puertos y la distribución es complicada debido a la violencia.
Un grupo de opositores libios que se hacen llamar «Los hijos de la Revolución» tomaron el control de la Embajada de Libia en París. «Hemos tomado el poder en la embajada», declaró una portavoz mientras un cordón policial impedía la entrada al edificio y en particular el suministro de alimentos al grupo de jóvenes, indicó AFP.
La comunidad islámica de Iruñea realizó ayer en la capital navarra una concentración de apoyo al pueblo libio. Hoy está previsto un acto similar en Donostia, donde el Ayuntamiento ha llamado a concentrarse en silencion a las 19.00 en Alderdi Eder.
La organización humanitaria HRW afirmó ayer que algunos africanos subsaharianos detenidos en Libia en los últimos días han sido confundidos por error con mercenarios.
Su director de emergencias, Peter Bouckaert, en una rueda de prensa en Bengasi, dijo haber llegado a esa conclusión al conocer el caso de al menos doce subsaharianos, la mayoría de ellos guineanos.
Grupos de oposición denunciaron en los últimos días que el régimen de Gadafi estaba recurriendo a mercenarios para reprimir al pueblo.
Bouckaert señaló que, aunque tienen pruebas de que sí han participado mercenarios, creen que en algunos casos se trataba sólo de ciudadanos de otros países que se encontraban trabajando en Libia.
Agregó que casi todos los detenidos han sido tratados «razonablemente bien», aunque uno de ellos resultó gravemente herido. Indicó que algunos fueron golpeados antes de ser entregados a los comités creados para administrar las poblaciones ocupadas por los opositores al régimen, informó Efe. GARA
Decenas de miles de trabajadores asiáticos, originarios de países pobres como Bangladesh o Filipinas, permanecen bloqueados en Libia, mientras sus gobiernos intentan llevar a cabo planes de evacuación, según organizaciones de derechos humanos.
Washington, Londres, París o Beijing han fletado aviones y barcos para rescatar a sus ciudadanos, pero muchos países pobres de Asia que tienen una gran comunidad de trabajadores emigrados no pueden permitirse el lujo de cuidar de ellos.
Así, unos 100.000 empleados domésticos y obreros bangladesíes y filipinos que emigraron para ganar dinero y enviarlo a su país, han sido abandonados a su suerte, señalan esas organizaciones.
«Los países con importantes recursos pueden reaccionar rápidamente, pero para otros es muy difícil», dijo a AFP Jeff Johnson, director de la oficina filipina de la Organización Internacional del Trabajo.
«Tenemos pocos recursos. Si fuéramos un país rico tendríamos representantes consulares en todas partes», admitió el presidente filipino, Benigno Aquino, quien señaló que su Gobierno está haciendo todo lo posible por ayudar a unos 30.000 filipinos que residen en Libia. Una misión filipina acaba de llegar allí, pero el Ministerio de Asuntos Exteriores reconoció que no se ha fletado ningún chárter para posibles evacuaciones.
El destino de los más de 60.000 bangladesíes es más incierto, pues el jueves las autoridades de Dacca dijeron no contemplar ningún plan de evacuación. «No sabemos con claridad qué medidas se pueden poner en práctica, pero esperamos poder ponerlos a salvo», manifestó Syed Masud Khandker, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores.
En Tailandia, los familiares de unos 23.000 trabajadores varados en Libia pidieron ayuda y las autoridades informaron de anoche se esperaba que 2.000 personas embarcaran para ser evacuados por mar con destino a Túnez.
Para William Gois, coordinador regional, en Manila, del Foro de Migrantes, los países ricos deben ayudar a evacuar a los trabajadores vulnerables y no sólo a sus propios ciudadanos. «En este periodo de crisis, no debería haber discriminaciones entre nacionalidades». GARA