Las terapias de pareja funcionan siempre y cuando las dos personas se impliquen en la propia terapia, cumpliendo además con ciertos requisitos; sinceridad, respeto, buena comunicación: hablar y dejar hablar, escuchar, ser claro para hacerse entender, etc. No se trata de acusar al otro, sino más bien de reconocer cada uno su parte de responsabilidad en el conflicto o crisis de pareja, cómo se está sintiendo y cómo está viviendo la situación. Después de analizar de esta forma todo lo que le está pasando, viene una forma de reflexión sobre si se quiere y es sano continuar como pareja. Y en caso de decidir que quieren seguir intentando ser una pareja, es decir, salvar la relación, viene el momento de llegar a acuerdos y compromisos, ya que a partir de esto hay que mirar cómo darle la vuelta en positivo y de qué forma pueden continuar juntos garantizando que la relación va a ser mejor o, al menos, que cada uno pondrá de su parte para que la relación de pareja funcione sin que se repitan los errores pasados. Y desde esta experiencia profesional como terapeuta y como mediadora de pareja, familiar o de empresas, quiero, a manera de sugerencia preelectoral, trasladar a todos los políticos que se sirvan de esta técnica en sus próximas campañas.

En lugar de comenzar a cansarnos con sus discursos acusando a los otros partidos, comiencen por hacer un exhaustivo y autocrítico análisis sobre lo que no se ha hecho de forma adecuada y lo que falta por hacer. Y seguramente, si esta revisión y evaluación de lo hecho y no hecho se consigue hacer desde la actitud de admitir los propios errores, en lugar de señalar con el dedo al de enfrente, esto conseguirá que poco a poco se recupere la confianza perdida durante años y décadas de la tan usual y fatal técnica de querer ganar votos acusando a los otros, sin verse a sí mismos.

Es importante que los políticos se preparen mejor para liderar, y ello significa que al frente de un partido haya gente inteligente y reivindicativa, que sean personas capaces de reconocer los propios errores, de no seguir perdiendo el tiempo en ver qué ha hecho mal su opositor o qué es lo que no ha hecho, ya que el hecho de admitir la parte de responsabilidad que se tiene en los problemas actuales es un gran punto a su favor, y son más de fiar quienes se preocupan de admitir y corregir errores.

Tampoco es necesario que nos hablen de las maravillas que supuestamente han hecho, sino que más bien deberían presentarnos un programa electoral serio y verdadero que considere e intente resolver los problemas actuales de trabajo, vivienda, educación, sanidad, ecología, infancia, familia y tantos otros problemas serios presentes en la vida de todo ciudadano, sin que se tengan que inventar nuevas leyes ni nuevos puestos directivos de trabajo y sueldos institucionales. Queremos soluciones a nuestros problemas, no discursos demagógicos ni alejados de la realidad; por tanto, se pueden tomar prestadas estas técnicas de terapia de pareja para resolver conflictos entre partidos y entre políticos, para lograr comunicarse y llegar a acuerdos que nos beneficien a todos.