Martxelo Díaz Periodista
Un millón y medio de euros en el convento
Un millón y medio de euros guardaban unas monjas, en billetes de 500, envueltos en bolsas de plástico en un convento de Zaragoza. Al parecer, no estaban bajo el colchón de la madre superiora, seguramente porque el volumen de los 3.000 billetes le impediría conciliar el sueño. La buena salud económica del convento cisterciense se ha conocido porque unos ladrones han entrado y se han llevado el fajo, bolsas de plástico incluidas.
No seré yo el que defienda el papel de los bancos, pero no es normal tener una cantidad como esa guardada en un armario, por muy monjas que sean. También seré un malpensado, pero no es normal que en un convento (o en una fábrica, o en una casa, o en una granja) tengan guardado un millón y medio de euros. Y menos en billetes de 500, de esos que sabemos que existen porque una vez los vimos en la televisión. Porque no son de los que se emplean para comprar el pan, porque no hay establecimiento que tenga tanto en cambios. Por tanto, algo huele mal cuando unas monjas guardan 3.000 de esos inalcanzables billetes. El argumento de las monjas para justificar la posesión de tanto dinero es que una de ellas se dedica a pintar y que sus cuadros hiperrealistas tienen una gran demanda y que algunos de ellos se han vendido por 20.000 euros. Es decir, que la sor había convertido el convento aragonés en algo parecido al taller toledano de El Greco en plan stajanovista. Se comenta que Christie's ha incluido a la hermana en su agenda. Quizá hayan escriturado alguna propiedad perteneciente a las entidades públicas como han hecho sus correligionarios en Nafarroa.
Puede que también sea demagógico, pero resulta inmoral y obsceno que unas monjas guarden tanta cantidad de dinero cuando miles de personas se las ven y la desean para llegar a fin de mes. Seguro que a muchos, incluidos a miembros de la Iglesia católica, se les ocurrirían un millón y medio de destinos más adecuados para ese dineral que meter el fajo en una bolsa de plástico y guardarlo en un cajón de un armario de un convento. Si casi es mejor que se lo hayan llevado los ladrones. Si el dinero circula, al menos reactivará la economía.