«Zona de exclusión aérea»: no es un video-juego, sino un eufemismo para una declaración de guerra
La exigencia del establecimiento de una «zona de exclusión aérea» en Libia está de vuelta en el menú, añadiendo más adrenalina guerrera a la ya de por sí confusa situación sobre el terreno. La retórica de la amenaza se abre paso con fuerza: «Todos las opciones están sobre la mesa», los poderes occidentales no se mantendrán en stand by, de «brazos cruzados». Es así como las guerras empiezan, y empezar guerras resulta políticamente tentador para líderes en busca de caminos de gloria. Los políticos se emocionan ante el sonido de las trompetas, los tambores de guerra y la letra patriotera. Pero el juego de la amenaza, aunque luego no pueda ejecutarse, resulta muy peligroso. También los autócratas árabes del Golfo Pérsico instan en privado a actuar -como hicieron con Sadam Hussein o como hacen con Irán-, aunque luego critiquen en público la acción occidental. Establecer una «zona de exclusión aérea» requiere una enorme y prolongada operación militar. Es un eufemismo para declarar una guerra. Tras hacer y no ganar las guerras de Irak y Afganistán, parecen no haber aprendido la lección. No hay ninguna buena razón para una nueva guerra. Si los rebeldes libios ganan, será su victoria, y si pierden, otro día será.