Marco Schwartz 2011/3/7
Los despistados y los cínicos
Público.es
El periodista Moisés Naím ironiza en El País con que Hugo Chávez y Daniel Ortega forman el «eje de los despistados», porque son los dos únicos líderes que aún no han condenado a Gafadi por «masacrar a civiles inocentes». (...)
El 27 de febrero de 1989 se produjo el levantamiento popular más grande en la historia reciente de Venezuela, el Caracazo. Miles de ciudadanos, la mayoría pobres, se echaron a las calles contra un paquete de medidas neoliberales impuesto por el FMI. La rebelión derivó en disturbios y saqueos. El Gobierno, presidido por Carlos Andrés Pérez, lejos de dimitir, respondió con extrema dureza, matando a entre 275 y 1.500 personas, según las fuentes. Civiles inocentes. El Tribunal Interamericano de Derechos Humanos condenó al Estado venezolano por asesinatos y violaciones de derechos. Uno de los artífices del paquete de medidas fue Naím, entonces ministro de Industria y Comercio. De ahí pasó a director ejecutivo del Banco Mundial, con el respaldo del presidente Pérez, quien apenas dos años antes, en su campaña electoral, calificaba a los economistas de esa institución de «genocidas a sueldo del totalitarismo económico», con una retórica que envidiaría el mismísimo Chávez. En 1993, Pérez fue depuesto por el Tribunal Supremo de su país por malversación de caudales públicos.
Para Naím, Pérez fue un «gigante moral» que luchó contra la injusticia social y por la modernización de Venezuela. Y el colombiano Uribe, cuyo mandato se caracterizó por la corrupción, la desigualdad social y la criminalidad de Estado, un líder «cuyos éxitos no sólo provocan envidia, sino deben servir de ejemplo». Sólo un dato sobre justicia social: el índice Gini, que mide la distribución de riqueza, dice que en los últimos 11 años la desigualdad en Venezuela se redujo drásticamente, mientras que la de Colombia aumentó de manera significativa, según The World Factbook de la CIA.