Varg Vikernes, Burzum y la antropología de la maldad
Burzum, el proyecto de Varg Vikernes, vuelve con «Fallen», el segundo disco publicado tras su salida de prisión. Su austera visión del black metal sigue viva. Paganismo, dioses nórdicos y amor por los paisajes helados se abrazan en sus composiciones. El protagonista de una de las páginas más trágicas de la historia del rock tiene el respeto de la crítica.Izkander FERNÁNDEZ | BILBO
Paradójicamente, el crimen no se cometió en invierno. Eran las tres de la mañana del 10 de agosto de 1993 y Varg Vikernes estaba decidido a aclarar las cosas con Oystein Aarseth. Había escuchado que quería atacarlo con una pistola aturdidora y torturarlo hasta la muerte. Vikerness estaba convencido de que su antiguo jefe en la tienda de discos Helvete (Infierno) lo veía como una amenaza. Eso lo convertía en el amenazado. Así que se recorrió los 500 kilómetros que separan Bergen de Oslo y tocó el timbre de la casa del apartamento de Aarseth.
Vikernes declaró a la Policía que le sorprendió el recibimiento, ya que le abrió la puerta y le invitó a pasar. Fue entonces cuando Aarseth descargó una patada sobre el estómago de Vikernes para, acto seguido, salir corriendo hacia su cocina en busca de un cuchillo. En la disputa, la hoja acabó en el vientre de Aarseth, quien huyó de su propia casa y comenzó a llamar a las puertas de sus vecinos. No abrieron. Vikernes se acercó por detrás para asestarle varias puñaladas más. Aarseth cayó y Vikernes lo embistió con gran violencia. Tanta que el cuchillo atravesó el cráneo de su rival y tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para desalojarlo y escapar.
Aquel fue el principio del fin de uno de los capítulos más dramáticos de la historia del rock. El black metal noruego, con su extraña organización denominada «Inner circle» a la cabeza, comenzó a caer el día en que Vikernes asesinó a Aarseth.
La Policía tiró de la manta y llegó hasta Vikernes: fue condenado por el asesinato de Aarseth -él siempre defendió que fue en defensa propia- y por la quema de cuatro iglesias.
Dieciséis años entre rejas
El «Inner circle» fue un oscuro movimiento con una ideología que bailaba entre la extrema derecha, el paganismo, la mitología escandinava y el anticristianismo. Susede era Helvete, tienda de discos de Oystein Aarseth, alias Euronymus, líder del grupo pionero del black metal noruego llamado Mayhem. Allí trabajó Varg Vikernes, también conocido como Count Grisnach.
El black metal nació como una mezcla de la imagen de Venom y Mercyfull Fate, el crugiente sonido de las guitarras de Black Sabbath, la velocidad de Slayer y la mugre del punk. Sus precursores, Bathory, Hellhammer y Celtic Frost, eran héroes para Mayhem, Immortal, Thorns y Darkthrone, los primeros grupos de la movida noruega.
Acto y seguido apareció Burzum, el proyecto unitario de Varg Vikernes. Apenas publicó nada antes de su entrada en prisión, pero durante sus dieciséis años recluido ha publicado cuatro discos. Entre sus primeras obras cabe destacar «Hvis Lyset Tar Oss» (1992), un trabajo compuesto por cuatro canciones en las que reinventaba los rifs más malvados de la historia tras los de Black Sabbath o Slayer. Además, Burzum también se movía por el folk ambiental, rudimentario y sintético.
«Filosofem» (1993) parece dotarle de un aura intelectual por primera vez en su carrera. Hasta entonces la calidad de su propuesta fue puesta en duda con razón. Y es que, aunque los aciertos existen, es difícil saber si Vikernes hace lo que hace en serio o para tomar el pelo al público aprovechando el tirón de su historia.
A finales del año 2009 salió de la cárcel y publicó «Belus». La crítica musical se rindió al ejercicio de antropología metálica del mal. Sobrio, sombrío, lineal y monocromo, funciona como un todo compacto y convincente. Estos días publica «Fallen», menos brillante que «Belus» pero igual de efectivo. Vikernes vuelve a darle a todos los instrumentos, graba y publica. Alejado de sus devaneos ideológicos, trata de recomponer su figura contestando entrevistas exclusivamente por email y nunca en persona.
En la primera mitad de los años 90, la actividad del «Inner Circle» y de algunos seguidores de los grupos que lo componían provocó cincuenta incendios en iglesias noruegas e incluso en algunos casos se llegó a utilizar dinamita.