Raimundo Fitero
Guay que mola
Los asiduos ya conocen algunas de nuestras fobias y muchas más de nuestra filias. Hoy nos sentimos oportunistas y nos apropiamos de la experiencia de un antropólogo catalán, Gustau Nerín, que ha escrito un libro titulado «Blanc bo busca negre pobre», que traduzco: «Blanco bueno busca negro pobre» en el que hace una crítica bastante profunda sobre la actitud de los ciudadanos de la parte rica del planeta que se convierten en cooperantes, voluntarios en África, de los que Nerín entre muchas apreciaciones realmente iluminadoras dice: «Yo comparo la cooperación con la religión, hay gente que cree que tiene que cooperar con las oenegés aunque estas no funcionen. Es una cuestión de fe».
Y lo grave es que según este hombre que lleva décadas en África, lo que se está haciendo en esos lugares es crear una «oenegedependencia», que no ayuda precisamente a solucionar los problemas sino a perpetuarlos. Y deja entrever que las oenegés no son nada más que avanzadillas de un nuevo sistema de colonización de bajo nivel. Da que pensar todo lo que dice este hombre. Nos hemos ido formando una idea del mundo muy especial y hemos suplido a las huchas del Domund por la cooperación de voluntariado, que tiene sus valores, innegables, pero que parece una suerte de limpiadora de conciencias y que no mueven nada, sino que fijan la foto.
La televisión, en todas sus especies y formatos, han ido acumulando mensajes solidarios de quita y pon. Ha sido una de las grandes difusoras de esta rara especie de solidaridad diferida, y es en sus sesiones publicitarias donde aparecen los anuncios para colaborar o apuntarse a algunas de estas organizaciones multinacionales que siempre acaban teniendo una conexión directa con el poder constituido. Que por otro lado utilizan a la vez que son utilizadas por algunos famosos y famosetes para tirarse el rollo y, de paso, desgravar algo en su declaración de la renta y aparecer como una benefactores de la humanidad. Claro, todo ello sin pisar el terreno y mostrando su preocupación desde su chalet con piscina y servicio multirracial sin contrato. Lo guay, que mola y descansa el alma. Cuestión de fe o de morro. Depende.