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Crónica | Homenaje

«Otsoaren hatsa» rompe el silencio de las víctimas del franquismo en Laudio

Se titula «Otsoaren hatsa. El aliento del lobo», y reconstruye las vivencias de un grupo de gudaris en las trincheras en 1936. Un cortometraje «made in» Laudio que ha dado pie a un homenaje a las víctimas del fascismo en el municipio. No estaban todos, pero unos 50 hijos y nietos de presos, huidos, juzgados, enviados a batallones de trabajo o desterrados recibieron el reconocimiento que no tuvieron sus allegados, junto al único gudari superviviente, Manuel Ibarrola.

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Nerea GOTI

Las víctimas de la dictadura franquista en Laudio recibieron un cálido homenaje a última hora del viernes. Alrededor de medio centenar de personas, hijos y nietos de aquellos que vivieron la represión a manos del bando golpista, subieron por primera vez a un escenario en nombre de sus familiares para recibir un reconocimiento público, «un sencillo pero sentido homenaje para recordar a los que pasaron tantos años en un duro silencio, a quienes lucharon por las libertades y la república», explicaron los organizadores del acto.

Sólo un gudari pudo vivirlo en primera persona: Manuel Ibarrola, un laudioarra al que el alzamiento militar sorprendió cumpliendo el servicio militar y obligó después a luchar en el frente. Conoció los campos de trabajo y la cárcel, una extensa relación de destinos que recuerda como si hubiera ocurrido anteayer. El viernes, antes de mediar palabra, señaló la ikurriña que lleva inscrito «Batallón Araba 14. Cuarta Compañía» y que, según recalcó, le acompaña desde hace 74 años. Abandonó una abarrotada sala antes de la charla que puso telón de fondo al acto, pero quiso que la ikurriña siguiera en el escenario, junto a la bandera republicana. «Ya me la traeréis», les dijo a los organizadores, cuando se ofrecieron a devolvérsela.

El estreno del cortometraje «Otsoaren hatsa. El aliento del lobo» fue el punto de arranque al homenaje. Juan Angel Lekanda, director y guionista, aclaró antes de la proyección que el film está hecho «más con el corazón que con la cabeza». Explicó después a GARA que el trabajo, que reproduce las reflexio- nes de un grupo de gudaris en primera línea de fuego, es una aportación más en el camino a la recuperación de la memoria histórica. Según cuenta, fue su padre quien le transmitió el interés por todo lo que rodeó la guerra de 1936. «No fue un gudari pero le obligaron a hacer el servicio militar con los franquistas, con lo que en cierta forma también fue una víctima del régimen».

Para la elaboración del corto no han tenido mas ayuda que la de sus familiares y amigos. No ha habido fondos públicos, pero aseguran que no han echado en falta las muestras de apoyo y el incentivo de su círculo más próximo. Otro de los pagos que ayer recibió su trabajo fue la respuesta del público, que llenó la sala, y el agradecimiento de los familiares de las víctimas, que calificaron lo vivido como «muy emocionante». Él mismo se reconoció sorprendido por la respuesta del pueblo.

Karmele Salcedo, hija de un preso del franquismo que también conoció los batallones de trabajo y sobrina de personas huidas, señala que sus familiares «no eran personajes significativos, pero sólo por su ideología abertzale, como tantos otros, sabían que iban a tener problemas y se marcharon». Tras el acto, agradeció que se recupere la memoria.

Una larga lista incompleta

El estreno y posterior homenaje estaba anunciado a las 19.30, y para esa hora el salón de actos de la Escuela de Formación Profesional ya estaba repleto de público de todas las edades. Sobre cada asiento se dispuso una relación de las víctimas del franquismo en Laudio, una lista que encabeza Marcos Orueta, fusilado, y que sigue con una larga relación de nombres y apellidos de personas que fueron juzgadas, recluidas en la cárcel de Laudio, enviadas a batallones de trabajo, desterradas o huidas.

Tal y como subrayaron los organizadores, este homenaje ha conseguido reunir a medio centenar de familiares, «pero hay muchas víctimas más». De hecho, animaron a los laudioarras a recopilar datos y aseguraron que seguirán exigiendo a las instituciones «verdad, justicia y reparación».

En el acto participó también un representante de la coordinadora Lau Haizetara Gogoan. Amalio García destacó que «75 años después del levantamiento militar con el apoyo de la oligarquía financiera, la Iglesia y los terratenientes, contra un orden constitucional y democrático, estamos aquí en solidaridad con quienes dieron su vida por esas libertades o la pusieron en peligro». Subrayó que muchos han muerto, pero su memoria pervive, y explicó que en ese camino al esclarecimiento de los hechos y a que se haga justicia han recurrido a instancias internacionales como la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

En una charla que puso punto final al acto, tanto Lekanda como Amalio García repasaron algunos de los episodios más duros de la dictadura franquista en Euskal Herria y explicaron las dificultades existentes para restaurar la memoria.

 

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