Crónica | Movilización en Iruñea
Cinco paradas por los derechos civiles
Aún no tiene nombre, más allá del genérico de Movimiento por los Derechos Civiles de Euskal Herria, pero va tomando forma y fuerza. Y como movimiento que es, se demuestra andando. Ciudadanos llevaron sus demandas ayer a los juzgados. Y en Iruñea, ante más sedes emblemáticas.
Ramón SOLA
Fue una especie de via crucis por todos los derechos civiles pendientes. Casi un millar de personas unieron en Iruñea cinco lugares que resultan claves para mantener la vulneración de derechos como el de la participación política, el de la integridad física de los detenidos, o los que debieran asistir a los presos. Y la manifestación apenas tenía un kilómetro de recorrido total, lo que hizo especialmente intensa la concatenación de sedes señaladas con el dedo.
El recorrido comenzó en el Paseo de Sarasate. En apenas 100 metros había dos edificios en los que adjudicar responsabilidades. El primero, la sede del PSOE. «Aquí se diseñan las ilegalizaciones, se toman las decisiones sobre detenciones y torturas», explicó uno de los con- vocantes, que añadió que este partido resulta clave igualmente para mantener el veto al derecho a decidir de los vascos e imponer así «la sacrosanta unidad española».
La pancarta de cabeza y las decenas de carteles naranjas características de la iniciativa hicieron segunda parada ante el Parlamento navarro, cerrado a cal y canto, al igual que la sede del PSN. Traían otro mensaje para él: dentro de esas paredes se aprueban recortes de derechos sociales, se impulsan políticas privatizadoras o impone la marginación de los euskaldunes.
Las risas de los policías
La lista de derechos vulnerados engordó otros 50 metros más adelante. Un furgón policial cortaba la entrada a la calle General Chinchilla, donde se ubica la comisaría de la Policía española. Para entonces, la organización había recordado que la marcha era silenciosa tras escuchar algunas voces contra el PSOE. Pero la ausencia de gritos no implicaba que no fuera a hablarse muy claro: el interviniente subrayó que en calabozos como ésos se practican torturas y que cuerpos policiales como ése «han convertido Nafarroa en una cárcel de personas y de derechos». La denuncia fue leída ante la cara -enmascarada- de los policías que cerraban la entrada a la calle. Sus compañeros que caminaban por delante de la manifestación respondieron a las alusiones a la tortura con algunas risas notorias.
Desde ahí, vuelta al camino y vuelta a montar la megafonía portátil ante un cuarto escenario igualmente siniestro: la cárcel de Iruñea. Los centenares de manifestantes denunciaron ante la rejas de la entrada que hay presos políticos vascos enfermos a quienes no se excarcela y que casi todos están a muchos cientos de kilómetros (de hecho, en Iruñea, según el listado de Etxerat, no hay ninguno ahora). Censuraron también que se encuentran aislados muchas veces y que se ha implantado una «cadena perpetua camuflada».
Justo detrás de esos gruesos muros esperaba el destino final de la marcha: la Audiencia de Nafarroa. En los juzgados respectivos se concentraron también ayer ciudadanos comprometidos con los derechos civiles en Donostia (500 personas), Bilbo y Gasteiz.
En ese punto, a las dotaciones de la Policía española se le sumó un cordón del grupo especial de la Policía Foral, cuyos agentes, también con la cara cubierta, se situaron ante la fachada. El doble despliegue reforzó aún más el mensaje que traían los manifestantes. Remarcaron que en este nuevo contexto cobra fuerza la idea de que «la distensión es la clave», pero que los estados siguen muy reticentes a ello.
«Un escenario ya superado»
Su objetivo al acudir ante estas instancias era recordar que los tribunales se han convertido en un obstáculo cuando teóricamente debieran ser guardianes de derechos. Les emplazaron a tres cuestiones concretas: la legalización inmediata del nuevo partido Sortu, la protección de la integridad de las personas y la derogación de las leyes de excepción. «Tribunales, jueces y fiscales están sordos ante la demanda popular», se quejaron tras asegurar que con todas estas trabas se pretende «mantenernos atados a un escenario ya superado».
No faltó, antes de acabar, el subrayado de que este tipo de acciones ciudadanas van a ser absolutamente imprescindibles. «Nos corresponde a nosotros levantar un nuevo escenario, nadie lo hará por nosotros», recordaron, por lo que emplazaron a estar atentos a nuevas convocatorias.
Y es que, como constatación palmaria, tras convocarse esta jornada de ayer por los derechos no sólo han seguido, sino que «se han multiplicado», los arrestos, denuncias de torturas, nuevos obstáculos a la legalización...