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Lección para los que querían ver ese modelo en la Real

Joseba ITURRIA

El Málaga visita hoy Anoeta como colista con 23 puntos en 27 partidos pese a la inyección de petrodolares del jeque árabe Abdullah Bin Nasser, que compró el club el pasado verano con la idea de hacer un gran equipo y ahora sólo tiene un gran candidato a bajar a Segunda.

El fracaso del Málaga es una lección para aquellos que quisieron ese modelo para la Real en el invierno de 2007. El dinero es muy importante en el fútbol, pero sólo si se utiliza sobre una estructura sólida. Es un error pensar que se puede construir un equipo a base de talonario con cantidad de fichajes de jugadores de renombre. El Málaga no rendía al nivel de lo esperado en el inicio de temporada, pero antes de que empezaran a jugar los fichajes estaba en el puesto 16 con tres puntos sobre el descenso en una línea ascendente.

Pellegrini y el jeque creyeron que se podía hacer otro equipo en enero con el fichaje de jugadores de gran cotización como Baptista (Roma), Asenjo y Camacho (Atlético), Demichelis (Bayern) y Maresca, con lo que dio la baja a Luque, Juanito, Edu Ramos, Galatto e Iván Hernández. Por si fuera poco, se lesionó Asenjo y ficharon a Willy Caballero.

En los diez partidos en los que han jugado sus flamantes fichajes de invierno el Málaga sólo ha conseguido una victoria y está colista a cuatro puntos de la permanencia. Pese a haber dado la baja a cinco jugadores en el mercado de invierno, Pellegrini tiene bajo su responsabilidad a 31, 23 con ficha con el primer equipo, dos sin ficha -los porteros Galatto y Asenjo- y seis del filial. Xabi Manzisidor tiene bajo su responsabilidad a ¡cinco porteros!. Así es muy difícil poder funcionar como equipo.

Por ello Pellegrini ha querido hacer piña esta semana al traer a Donostia a 25 jugadores, pero su caso demuestra que fichar no es sinónimo de reforzar un equipo, como se acostumbra a repetir equivocadamente en el entorno realista. Ni gastar más dinero en fichajes es positivo. Si algo ha comprobado la Real es que quedarse sin dinero para fichar, lejos de ser un problema, ha sido una solución. No poder fichar obliga a dar continuidad a los jugadores y así es mucho más fácil hacer un equipo en el campo y en el vestuario.

Por eso uno no siente ninguna envidia cuando aparecen en el mundo del fútbol el jeque árabe Abdullah Bin Nasser o el nuevo dueño del Racing, el indio Ahsan Alí Syed. Más bien uno siente vergüenza ajena cuando ve en la televisión, no ya por cómo se comporta en el palco el dúo Sacapuntas que forma con el presidente cántabro Miguel Ángel Revilla, sino por esos aficionados que se pelean por sacarse fotos y por tocar a una persona que creen que va a hacer del Racing lo que muchos pensaron que alguien iba a lograr en la Real.

Luego resulta que la realidad poco tiene que ver con la ilusión y que esta misma semana se ha conocido que el presunto multimillonario indio está acusado de una estafa de 72 millones de euros y que no ha pagado a sus jugadores, como no cobraron en su día los de la Real. Por suerte Gipuzkoa ha entendido que el modelo ideal no es el que se les vendió, ni el del Málaga ni el del Racing, sino el que siempre que se ha seguido ha permitido a la Real estar por encima de lo que le corresponde por su economía. Y a ver qué pasa en Málaga y Santander cuando sus dueños se cansen de su capricho y prefieran ir al hipódromo a ver ganar a su caballo.

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