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Raimundo Fitero

El prestigio

Entrevistar al presidente de Irán, Ahmadineyad, en directo, desde Teherán, es uno de esos momentos televisivos, de categoría totalmente periodística, que sirve para refundar la misma televisión y, en este caso concreto, para que crezca el prestigio de Ana Pastor, que es la periodista a la que el líder iraní concedió esta exclusiva, de todas las peticiones que se le habían realizado desde diversos medios occidentales.

El pañuelo es lo que va a marcar este acontecimiento. Es decir, Ana Pastor arrancó la entrevista con el pañuelo cubriéndole la cabeza como marca la costumbre o el protocolo religioso en ese país, pero conforme se iban avanzando, el pañuelo se fue resbalando y acabó sobre sus hombros. El entrevistado ni se inmutó, lo que sugiere que comprendió que no se trataba de una actitud beligerante, sino fruto de las circunstancias. Si se ven las imágenes, la composición espacial, el minimalismo ascético del lugar donde se produjo el encuentro, la iluminación y el uso ortodoxo y canónico de los planos y contraplanos, nos colocan ante una pieza del museo televisivo actual. La vuelta a las formas adecuadas, del respeto, pero a su vez, de la incisión, de la libertad para preguntar, insistir en aquello que la entrevistadora consideraba de interés para su audiencia, y las contestaciones evasivas, incisivas, redundantes o en espiral del entrevistado. Una dialéctica, que, a mi entender, se convirtió en algo ejemplar.

Este tipo de entrevistas, ni siquiera Ana Pastor, una de las mejores entrevistadoras, son concebibles actualmente en esta parte del mundo. Desconozco si hubo pacto previo, pero lo que se puede asegurar es que hubo tensión. La tensión necesaria en toda entrevista de estas características. Lo que por aquí se lleva son pasteleos, demasiadas preguntas que alegran al entrevistado porque son las que le sirven para colocarnos su mensaje del día. En este caso, pareció muy cuerpo a cuerpo. Pensemos lo que pensemos de las ideas de Ahmadineyad, estuvo suelto, en su papel, pero dejando actuar con libertad a la entrevistadora, que a mi entender, volvió a recordarnos cómo se debe conseguir el prestigio en este oficio.

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