Xabier Silveira Bertsolari
El rap de la roña
¿Y si Garoña revienta? «Yo me quedaré en la calle, sin trabajo y sin dinero, y el recibo te vendrá aumentado un 10%». Entonces ya no me importará
Garoña sí, 2029 sí. Estoy al borde de un ataque de algo, aún no sé de qué, pero vamos, que me va a dar uno seguro. ¿Quién ha visto el video de los trabajadores de la central nuclear de Garoña? Si alguien tuviera alguna duda al respecto, que quede claro: la energía nuclear es letal, mortalmente mala, es lo más nocivo de entre todo lo nocivo. La prueba irrefutable de ello está en ese video.
Mirad -si no lo habéis visto ya- lo que puede llegar a estropear el cerebro humano el hecho de tener que trabajar en una central nuclear durante ocho horas al día, algo menos, quizás. Eso, ese videoclip, esa cosa, eso sí que es grotesco.
Analicémoslo por partes, que tiene huevada el asunto. «Hey, tú, dime, dime a dónde vas, espera un momentito, que te quiero hablar. Quiero que me escuches, quiero protestar, te lo digo muy cortito, te lo digo con un Rap». Así empieza la joya, con una base musical nauseabunda que impregna más, si cabe, la canción de mierda, perdón, de kaka. Y sigue -ahora es un hombre con pintas de economista el que canta, bueno, «canta»-: «Hablamos de Garoña, la central nuclear, trabajamos con esmero, ¿y me la quieres cerrar?». Pues qué quieres que te diga, puretilla, a los albano-kosovares que trabajaban por la noche haciéndose gasolineras por esta zona les cerraron el chiringuito hace no mucho. Resultó ser que su trabajo era perjudicial para la salud del resto. Pero la salud mental de los operarios de la central flaquea y ellos no encuentran sentido al cierre de la bomba atómica: «preguntamos la razón, se la tienen que inventar, como no hay explicación, nos pretenden engañar». Joder, ¿necesitan la evidencia? Que nos vais a matar a todos o, lo que sería peor, ¡nos vais a contagiar!
Dos chicas vestidas con ropa que da a pensar que algo hay de peligroso en el lugar, continúan: «Que si es mala y contamina, que si es cara, improductiva, que no mola, es radiactiva, oye tío, ¡tú alucinas!» Ya lo creo, ya lo creo que alucino, estoy passatua. ¡Cielo santo! «Les da igual el CO2, les da igual la economía, les da igual la innovación, no saben de ecología. No les valen las personas que aquí tienen su trabajo, que mantienen mil familias y no han hecho nada malo». Éstos, aparte de currar ahí, no se meterán otro tipo de radiación, ¿verdad? Pues efectivamente y no.
Todos a una en el comedor nuclear cantan el estribillo mientras comen: «Garoña es segura, no se tiene que cerrar, si se hace es locura, vaya qué barbaridad». ¡Bárbaro! Se ha vuelto loco Barbarito, hay que ingresarlo. «Nos prometen muchas cosas, pero yo no me lo creo, no les salen las ideas y además le importa un huevo. Y a los verdes les diría que se enteren de una vez lo que hacemos en Garoña y se dejen de joder.» Los verdes, siempre jodiendo, cómo les gusta, qué vicio tienen. «Y no creas que me olvido de algo tan fundamental, y si se cierra Garoña, quién crees que lo va a pagar».
¿Y si revienta? «Yo me quedaré en la calle, sin trabajo y sin dinero, y el recibo te vendrá aumentado un 10%». Entonces ya no me importará.