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El modelo chino

«El sistema socialista chino es más eficaz, pero tiene que velar por la igualdad»

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Cheng Enfu
Ideólogo marxista chino

Nacido en Sanghai en 1950, Cheng Enfu es una voz autorizada que, desde el interior del régimen chino, defiende con uñas y dientes el carácter socialista del modelo chino, lo que le lleva a sostener una posición combativa e incluso, a ratos, crítica sobre el devenir económico y social del gigante asiático. Siempre desde sus profundas convicciones marxistas, chinas, por supuesto.

Dabid LAZKANOITURBURU | BILBO

China y su emergencia como gran potencia económica y política en el siglo XXI está en boca de todos. Pero hay pocas oportunidades de conocer de primera mano la realidad, expectativas y retos del gigante asiático.

Invitado por IPES-GITE Elkartea para inaugurar un ciclo de conferencias sobre los modelos para el socialismo del siglo XXI que cuenta con la colaboración de la UPV, el profesor Cheng ha ofrecido esta semana varios seminarios y conferencias en Donostia y Bilbo. Su discurso, cómo no, es de parte e incluye una defensa apasionada, aunque crítica, del modelo chino. Aporta, por lo tanto, claves que van más allá de los análisis al uso de los sinólogos occidentales, que han tomado en los últimos años el testigo de los ya olvidados kremlinólogos.

¿China es socialista?

Por supuesto. A lo largo de los 30 años de proceso de reforma y apertura liderado por Deng Xiaoping, el modelo chino ha pasado de una economía planificada a una economía de mercado socialista. Hay que recordar que se trata de un proceso dialéctico en construcción y que requiere aún de mucho tiempo para llegar a una forma desarrollada.

Pero la economía china está abierta a la propiedad privada y a las inversiones extranjeras...

El modelo se basa en la prioridad de la propiedad pública en un sistema de múltiples formas de propiedad. Pero en el que el sector público se mantiene como forma primaria y mantiene y ocupa actualmente entre el 67% y el 70% del PIB. Nosotros creemos que la economía de mercado bien utilizada es un instrumento útil. Pero sabemos a la vez que el mercado no tiene ni corazón ni cerebro, por lo que la economía de mercado debe ser dirigida por el Estado. No por el Gobierno de turno, como propone el keynesianismo. Nuestro modelo va más allá y mientras la propiedad pública prevalezca, el socialismo no colapsará.

Hay quien sostiene que estamos ante un país capitalista en el que el «socialismo» se limita a tener una administración centralizada que privilegia la propiedad estatal...

Ocurre que la cuestión de la propiedad sólo es uno de los vectores del modelo. No hay que olvidar que el sistema da prioridad al valor del trabajo en un sistema de distribución que equilibra la equidad y la eficacia en el desarrollo económico, priorizando el principio de «a cada cual según su trabajo». Otro de los elementos que lo definen es la búsqueda de la autonomía y autosuficiencia de la economía nacional, siempre buscando un equilibrio con la introducción de tecnología y capital extranjero.

¿Pero no es cierto que en los últimos años la equidad ha sido relegada en nombre de la eficacia económica?

En los últimos años hemos privilegiado más la eficacia, pero ahora estamos intentando buscar un nuevo equilibrio. Una cosa es el modelo y otra la plasmación dinámica del mismo. Ocurre algo similar con la distribución de la riqueza. Cuanto más desciende la proporción de propiedad pública la distribución es menor. En China, la cifra de millonarios se está duplicando a gran velocidad. Los índices que miden la desigualdad tampoco son buenos. Y otro problema que enfrentamos es que el sector privado crece con mucha mayor rapidez que el público.

Usted admite que la desigualdad social creciente es uno de los retos que afronta China.

Sin duda alguna. El desequilibrio en lo que se refiere a la distribución de la riqueza y el desarrollo económico se resume en las cuatro desigualdades: entre las zonas urbanas y rurales, entre los sectores industriales, entre el este y el oeste del país y entre los distintos estratos sociales. Los documentos del Comité Central del Partido Comunista (PCC) llevan años, bajo la dirección de Hu Jintao, poniendo énfasis en la reducción de esas desigualdades, pero las medidas tomadas por los distintos departamentos del Gobierno no han sido suficientemente eficaces y es cierto que las desigualdades se están ensanchando.

¿Qué se puede hacer para invertir estas tendencias?

Hay una excepción en la municipalidad de Chonquing, donde se está llevando a cabo una experiencia piloto por reducir la desigualdad que está dando buenos resultados. Como representante del pueblo, yo mostré mi apoyo a esas medidas y su extensión a todo el país en el reciente Congreso del Pueblo celebardo hace unos días. Además, he lanzado varias propuestas concretas para fortalecer la propiedad pública y asociar el ingreso de los trabajadores con el de los directores de las empresas estatales y con el rendimiento de la empresa.

Por lo que toca al sistema político, ¿qué tiene que responder a los que califican a China como una dictadura de partido?

El propio Deng respondió en su día a Margaret Thatcher que la aparente contradicción entre el socialismo y la economía de mercado en China no sólo se veía superada por la búsqueda del equilibrio entre equidad y eficacia y por el hecho incontestable de que podemos conseguir un mayor rendimiento económico. Precisamente el liderazgo del PCC es otro de los elementos centrales que garantiza el desarrollo del socialismo con características chinas. El liderazgo del Partido, unido al liderazgo del pueblo y el Estado de Derecho o la gobernanza de la ley configuran la estructura política, que tiene su plasmación internacional en el Congreso del Pueblo, cuyos representantes se diferencian de los diputados occidentales en que no defienden intereses sectoriales, en la consulta política con otros partidos no comunistas que participaron en la lucha contra el imperialismo antes de la Revolución de 1949, en las regiones autonómicas con minorías étnicas y, finalmente, en la autonomía local.

¿Como Deng, sostiene usted la superioridad del modelo chino?

Lo dice la realidad. Los que defendían la doctrina de shock en los últimos años de la URSS auguraban que sería positiva a largo plazo. El PIB de los países del este europeo ha bajado a la mitad. La superioridad del capitalismo respecto del comunismo no es real, como ha quedado patente en la última crisis, que nunca podría estallar con esa magnitud en China. Es más, si no fuera por China, la crisis habría sido aún peor para Europa y EEUU. Imagínese dónde estaría China ahora si en vez de 1.300 millones de habitantes tuviera 300 millones...

Y han pasado años desde que Francis Fukuyama predijo el final de la historia y el triunfo total del capitalismo....

El socialismo con características chinas sigue en pie y el propio Fukuyama ha reconocido recientemente que el modelo de EEUU no es una referencia para China. Ha reconocido que hay espacio para el modelo chino. Saludamos su rectificación.

¿Es un modelo exportable?

Eso mismo me preguntaron en una visita reciente a México, donde es patente el fracaso del modelo neoliberal. No hay duda de que puede ser una alternativa a Occidente, que a diferencia de China, siempre ha intentado imponer a otros su modelo, incluso a través de la injerencia militar abierta. Ese debate está abierto India, Irán e incluso Jordania. Pero hay que insistir en que nosotros defendemos la autonomía para nosotros y para el resto. No aspiramos a que todos los países en desarrollo copien miméticamente el modelo chino, ni siquiera en Vietnam. Somos los primeros en conocer sus ventajas e inconvenientes.

«Más allá de los retos internos persiste la amenaza extranjera»

Occidente, en concreto EEUU, pide insistentemente a China que esté a la altura de sus responsabilidades como gran potencia.

Más allá de lo bien que pueda sonar la palabra responsabilidad, lo que subyace tras esa exigencia es el intento de EEUU de que China se alinee con su política. Pero nosotros estamos en contra de cualquier imperialismo, unilateralismo, amenaza militar y hegemonismo, sea político o monetario. Mantenemos vigentes los cinco principios de convivencia pacífica propuestos por China en los años 50, que incluyen el no alineamiento y la no dependencia respecto a otras potencias, fuera la URSS o sea EEUU.

¿Temen realmente a la amenaza exterior?

China sufre un cerco en forma de C promovido por EEUU con Corea del Sur, Japón, Asia del Sureste e India como arietes. Nuestro objetivo es no repetir el camino de potencias históricas recientes como Inglaterra, Alemania y Japón. Es por ello que nunca hablamos de la emergencia de China como potencia sino del desarrollo pacífico, armónico y próspero de China. 

Usted destaca, sin embargo, los retos internos.

En el plano teórico hay una pugna en China entre quienes aspiramos a mantener y perfeccionar el sistema socialista, que es la línea mayoritaria, y una corriente liberal que intenta derrocarlo. Esta última se puede subdividir entre la corriente neoliberal y la partidaria de un modelo socialdemócrata al estilo escandinavo. Pero entre los defensores del socialismo hay, a su vez, dos tendencias: una conservadora, que defiende un marxismo estancado y poco flexible y otra, con la que me identifico, que apuesta por explorar las posibilidades del socialismo y reformarlo.

¿Qué valoración general hace del relevo en el poder el año próximo con la llegada de la llamada Quinta Generación?

El relevo del poder, que supondrá el adiós de la Cuarta Generación liderada por Hu Jintao, está asegurado en la XVIII Asamblea del PCCh de otoño de 2012. La elección en la secretaría del partido y en la Presidencia del país ya es un hecho y los nuevos líderes están siendo examinados en sus aptitudes.D. L.

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