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Sakana, conmocionado por la muerte de dos adolescentes arrolladas por el tren

Una manta permanecía durante la mañana de ayer en el lugar donde dos chicas de Altsasu, Naiara Goikoetxea y Garazi Garasa, de 16 y 17 años, fallecieron poco antes de la medianoche del sábado arrolladas por un tren. Fue en la localidad de Olazti, en las cercanías de la fábrica que Cementos Portland tiene en dicha población. Era el único resto del grave accidente que ha conmocionado a estos dos pueblos.

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Las jóvenes fallecidas «solían frecuentar mucho este camino», comentaba ayer un vecino, que añadía lo que todos en la localidad navarra admitían: «Como todos los de Alsasua». O como afirmaba otra vecina, «si es que todos tenemos la misma manía, cruzar por allí». Y cuando la probabilidad de un accidente, por baja que sea, existe, la tragedia puede ocurrir el día menos esperado. Sucedió minutos después de las 23.00 del sábado, cuando un grupo de unos ocho jóvenes caminaba por las vías del ferrocarril desde Altsasu a Olazti, a celebrar los carnavales. A la altura de la cementera Portland, un convoy sin pasajeros que cubría la línea Irun-Miranda de Ebro arrolló mortalmente a dos de las jóvenes, de 16 y 17 años. Se trataba de Naiara Goikoetxea Arteta y Garazi Garasa Guerrero.

«Un mazazo tremendo», resumía a mediodía del domingo la situación en Altsasu, su alcalde, Unai Hualde. «Cuando gente tan joven sufre una desgracia de éstas, estás en una nube. Así está todo el pueblo», añadía. Y es que la localidad en la que ambas residían y donde cuyas familias, al parecer, regentaban un bar, no se creía ayer lo sucedido.

Al parecer, el camino más corto entre ambos municipios si se va a pie pasa por estas vías, evitando así caminar por la carretera, que también resulta más largo. Ayer, mucha gente seguía cruzando por el trazado del ferrocarril, con la mente puesta en el trágico accidente.

No se percataron del tren

Desde el Ejecutivo navarro se precisó que los primeros testimonios apuntan a que ni el maquinista vio al grupo de jóvenes con suficiente antelación como para frenar la máquina, ni éstos se percataron a tiempo de la llegada del convoy. La Guardia Civil, que se ha hecho cargo de la investigación, informó de que tras el accidente el maquinista alertó de que «creía haber atropellado a algo o a alguien». De momento, será el testimonio de los otros jóvenes que acompañaban a las víctimas los que determinen lo ocurrido.

El primer edil de Altsasu apuntó ayer a que la zona del accidente es una bifurcación y que es probable que la cuadrilla no oyera que el tren se acercaba. Parece ser que alguno de ellos sí se percató de la aproximación del convoy, pero sin tiempo para poder advertir a las víctimas. El impacto sicológico fue tremendo para los acompañantes de ambas. Los jóvenes, además, tuvieron que prestar declaración ante la Guardia Civil para aclarar las circunstancias de lo sucedido.

Seguro que lo ocurrido este fin de semana en Altsasu habrá traído a la memoria a algunos convecinos el miedo vivido hace unos meses, en junio pasado, cuando cuarenta padres y niños de esta localidad de la Sakana vivieron uno de los mayores sustos de sus vidas al ser golpeado el autobús en el que viajaban por una barrera del paso a nivel en Eskirotz. Un tren Alvia tuvo que hacer uso de su freno de emergencia para evitar golpear al autobús.

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