Últimamente el pueblo de Altsasu vive en una situación de abundante y agobiante vigilancia policial. A lo largo de las últimas semanas ha habido varias acciones policiales en las que el pueblo ha sido perjudicado una y otra vez por su actitud abusiva en una demostración de poder de forma arrogante.

El viernes 11 de marzo, la Policía foral invadió una bajera que tenían en alquiler unos jóvenes del pueblo. Forzaron la puerta y tras entrar obligaron a los jóvenes a ponerse contra la pared, mientras registraban el local y destrozaban a su paso todo lo que veían. Estos jóvenes preguntaron por la orden que les permitía llevar a cabo tal salvajada, pero no obtuvieron respuesta.

Al día siguiente, día de carnavales, aparte de sancionar a varios bares, la Policía foral, en dos coches, paró y registró a dos jóvenes que volvían a casa hacia las siete de la mañana. Mientras se llevaba a cabo el registro, uno de los policías les intimidó con la porra en la mano y otro de ellos sacó la pistola de pelotas de goma, también conocida como «bocacha», del coche.

¿Qué es lo que está pasando? ¿De verdad es necesaria tanta seguridad en el pueblo? ¿O, más que seguridad, deberíamos llamarlo vigilancia y control social?

Todos los días se pasean por las calles de Altsasu coches de la Guardia Civil a cualquier hora del día. Y todas las mañanas aparece uno en el instituto de Altsasu.

Ya no podemos pasear tranquilamente por las calles por miedo a que nos paren, no podemos concentrarnos ni luchar por nuestros derechos. ¿Y a esto se le llama libertad? Es algo que deberíamos empezar a plantearnos. ¿El siglo XXI está evolucionando o retrocede hacia la censura y la dictadura?