Afirman que la radiación en alimentos en Japón es «más grave de lo que se esperaba»
«Más grave de lo que se esperaba». Éstas fueron las palabras empleadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para referirse a los rastros de contaminación radiactiva detectados en alimentos procedentes de las zonas más afectadas por la emergencia nuclear en Japón. Las autoridades niponas, al mismo tiempo que llaman a que el pánico no se extienda entre la población, han comenzado a limitar la comercialización de varios productos en cuatro prefecturas.GARA |
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió ayer de que la detección de contaminación radiactiva en los alimentos procedentes de las zonas más afectadas por la actual emergencia nuclear en Japón supone un problema «más grave de lo que se esperaba».
«Claramente se trata de una situación grave», declaró a la agencia Reuters desde Manila el portavoz de la oficina de la OMS para el Pacífico Occidental, Peter Cordingley. «Es más grave de lo que se pensaba en los primeros días, cuando se creía que este tipo de problemas se limitaba a un radio de entre 20 y 30 kilómetros», añadió.
El descubrimiento de ese nivel de contaminación desató la alarma entre los consumidores pese a que el Gobierno de Tokio insiste en que el nivel de radiación, si bien está por encima del máximo legal, no es dañino para la salud excepto si los alimentos se consumen de manera prolongada.
Como medida «de precaución», ayer se restringió la distribución de leche, espinacas y kakina procedente de Fukushima, y en las provincias aledañas de Ibaraki, Gunma y Tochigi, se limitó la venta de estas dos últimas verduras, informó Efe.
El ministro portavoz, Yukio Edano, en la misma línea desde que estalló la tragedia en el país, instó a los ciudadanos a no caer en el pánico y a actuar con calma, asegurando que los productos que ya salieron al mercado «no van a causar ningún daño a la salud de los consumidores».
Las medidas, dijo, son temporales y su duración dependerá de lo que dicten las mediciones de radiación. Edano subrayó, asimismo, que por el momento la prioridad es «solucionar la situación de la planta nuclear».
Expansión de la radiación
Mientras se estudiaba la posibilidad de imponer nuevas restricciones, la OMS, por boca de Cordingley, afirmó no tener evidencias de que la contaminación de alimentos procedentes de la prefectura de Fukushima haya afectado a otros países.
El Gobierno chino anunció ayer que vigilará la comida importada desde Japón. En esa misma línea, los ejecutivos de Corea del Sur y de Taiwán indicaron que ampliarán las inspecciones de radiactividad en la comida agrícola japonesa procesada y deshidratada, además de en los productos frescos.
Japón es un gran importador de alimentos, pero tiene exportaciones -principalmente de fruta, verdura, productos lácteos y marisco- hacia sus grandes mercados en Hong Kong, China y Estados Unidos.
Las autoridades niponas también dijeron estar realizando mediciones de radiactividad en el mar, dado que «es posible que una cantidad muy pequeña se propague por el mar».
Por su parte, la Autoridad de la Seguridad Nuclear francesa (ASN) apuntó ayer que Japón necesitará «decenas y decenas de años» en tratar los efectos de la crisis nuclear que prosiguió al terremoto y al posterior tsunami del pasado día 11.
Para el representante de la ASN, André-Claude Lacoste, no es «ilusorio» pensar que la contaminación se expanda más allá del área de evacuación de 20 kilómetros alrededor de la central establecido por el Gobierno de Naoto Kan, y alcance un radio de «un centenar de kilómetros». «La importancia y la localización de las zonas afectadas todavía no son conocidas», agregó.
La ingente labor de reconstrucción de la costa de Japón arrasada por el tsunami podría costarle al país más de 165.000 millones de euros, el 4% de su PIB, informó ayer el Banco Mundial.
El director del Organismo Internacional de Energía Atómica, Yukiya Amano, abogó por «aprender las lecciones» del accidente nuclear de Fukushima y endurecer las normas de seguridad de las centrales nucleares.
Una humareda blanca salía ayer por la tarde del reactor número 2 de la central nuclear de Fukushima, después de otro incidente similar en el número 3, que obligó a evacuar parte del personal que lucha para evitar una catástrofe aún mayor.
Esa evacuación detuvo parte de las labores de restauración del tendido eléctrico de la planta y la reanudación de los sistemas de bombeo necesarios para refrigerar el combustible, evitando así que se sobrecaliente y libere aún mayores cantidades de radiación, informó Associated Press.
Hiroshi Aizawa, portavoz de Tokyo Electric Power (TEPCO, que opera la central) fue quien informó de la salida de humo gris del reactor número tres -que propició el desalojo parcial- y de humo blanco en el 2. Un funcionario de la agencia de seguridad nuclear, Hidehiko Nishiyama, señaló que se está investigando el origen del humo, aunque aclaró que no se registró un inmediato empeoramiento del nivel radiactivo en la planta.
El reactor número 3 es el que más temor provoca debido a que contiene combustible MOX, una mezcla de óxidos de plutonio y de uranio a partir de productos reciclados, cuyas partículas son consideradas, tal y como recogió AFP, más nocivas que las de combustible a base de uranio.
La semana pasada, la parte superior de la estructura quedó completamente destruida por una fuerte explosión debido a una acumulación de hidrógeno. El primer ministro japonés, Naoto Kan, afirmó durante una visita a las zonas más afectadas por el tsunami que la situación en la dañada planta de Fukushima, al noreste del país, va mejorando poco a poco. GARA