Revueltas en el mundo árabe
El presidente yemení libra su última batalla tras perder apoyos esenciales
Abandonado por una parte de los oficiales de las Fuerzas Armadas, las tribus y los líderes religiosos y enfrentado a una oposición ahora unida, el presidente yemení, Ali Abdallah Saleh, en el poder desde hace 32 años, libra su última batalla, según los expertos. Decenas de oficiales yemeníes presentaron su renuncia en masa mientras los tanques fueron desplegados en Sana'a, y el líder tribal más importante del país apeló a Saleh a una «salida honorable».
GARA | MANAMA
Altos mandos y oficiales de las Fuerzas Armadas yemeníes anunciaron ayer su adhesión a la oposición contra el presidente, Ali Abdalah Saleh, quien aseguró que aún resiste y que cuenta con el apoyo del pueblo a pesar de los reiterados llamamientos a que renuncie. Los últimos, la apelación a una «salida honrosa» realizada por el principal líder tribal del país, el jeque Sadeq al-Ahmar, que ayer sumó su voz a la de los líderes tradicionales y religiosos, cuyo rol es determinante en este pobre país de 24 millones de habitantes, y el posicionamiento del Estado francés, que considera «inevitable» la salida de Saleh.
Así, según los analistas, el mandatario yemení, en el poder desde hace 32 años, se juega sus últimas cartas tras la masacre de manifestantes del pasado viernes en Sana'a a manos de francotiradores, después de que las tribus, los militares y los líderes religiosos se sumaran a la creciente oposición a su régimen. Saleh, sin embargo, asegura que los opositores son una minoría y su ministro de Defensa, el general Mohammed Nasser Ahmed, afirmó que el Ejército y la Policía están con el presidente.
La matanza del viernes ha dado origen en los últimos días a una ola de renuncias e personalidades que constituyen los pilares del régimen de Saleh. El domingo, Saleh destituyó a todo su Gobierno después de la renuncia de varios ministros, embajadores y miembros del partido en el poder, además del posicionamiento de líderes tribales y religiosos, que le instaron a «respetar la voluntad del pueblo» que pide su salida.
Ayer, los generales Ali Moshen al-Ahmar y Mohammed Ali Mohsen Saleh, hermanastro del presidente y considerado el «número dos» del Ejército, anunciaron su adhesión a la oposición y a su decisión se sumó cerca del 60% de los militares, según la cadena Al-Jazeera.
Ali Mohsen al-Ahmar llevaba más de 30 años colaborando con el presidente, de quien era un estrecho aliado desde antes de 1978, cuando Saleh fue nombrado presidente de Yemen del Norte, y había combatido tanto a los secesionistas del sur como a los zaydíes del norte.
Mohammed Ali Mohsen, quien pidió la dimisión de Saleh, expresó su apoyo a los opositores y a sus demandas y ordenó el despliegue de tropas para proteger a los manifestantes.
Tras el anuncio de los altos mandos del Ejército, las Fuerzas Armadas reiteraron su juramento «a la clase política, dirigida por el presidente Saleh».
Pero, además del respaldo de parte de la cúpula militar, el presidente yemení perdió ayer otros apoyos esenciales. Entre otros, el del principal líder tribal, el jeque Sadeq al-Ahmar, quien utilizó las cámaras de Al-Jazeera, para ofrecerse como mediador para lograr una «salida honrosa» del presidente. Al-Ahmar, jefe de la tribu más importante del país, Hasid, a la que pertenece también Saleh, anunció su apoyo a la «revolución» y pidió al mandatario, al que acusó de llevar al país hacia una guerra civil, que evite un derramamiento de sangre y «abandone tranquilamente» el país.
Combate por la supervivencia
Saleh «se halla atrincherado en su último refugio. Ha perdido toda legitimidad ante su pueblo y libra hoy su última batalla. Es un combate por la supervivencia», señala Franck Mermier, investigador del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) y especialista en Yemen.
Considera que la masacre de la Universidad de Sana'a del viernes ha puesto de manifiesto que el presidente «está desesperado y tiene pocas cartas en la mano» y agrega que su política represiva aviva el espectro de una guerra civil.
El jefe del Estado ha acabado perdiendo el apoyo de la mayoría de las tribus, a las que controlaba gracias a una política cuidadosamente dosificada de nepotismo, corrupción y clientelismo, según sus oponentes.
Además, Saleh debe luchar contra una oposición unida, ya que por primera vez los separatistas del sur han dejado de lado sus objetivos secesionistas y se han unido, igual que los rebeldes del norte, a la protesta en Sana'a, liderada por jóvenes manifestantes a quienes se ha sumado la oposición parlamentaria.
«El régimen no tiene otra defensa que las fuerzas de seguridad dirigidas por miembros de su familia, que están en primera fila de la represión», explica Mermier.
Porque en Yemen no hay uno sino dos ejércitos, indica Farès al-Saqqaf, presidente del centro de estudios para el futuro en Sana'a: «el Ejército regular, que depende del Ministerio de la Defensa, y las unidades especiales -guardia republicana, guardia especial y otras-, comandadas por hijos, sobrinos y allegados del presidente».
«El cambio es inevitable en Yemen, pero la pregunta es a qué precio», sostiene Al-Saqqaf, quien añade que el país «está más cerca del escenario egipcio, pero también podría derivar a un escenario como el libio», debido a la presencia de tribus fuertemente armadas.
La gran incógnita, en su opinión, es quién podría suceder a Saleh, ya que su vicepresidente «no tiene ningún poder real» y el mandato del Parlamento está a punto de expirar.
Una preocupación que, según Abdel Aziz el-Sager, director del Centro de Investigación de Golfo, con sede en Dubai, comparten EEUU y Arabia Saudí, lo que explicaría su apoyo hasta la fecha a Saleh. A su juicio, «no es por amistad» que no quieren su marcha, sino porque «aún no hay una alternativa que pueda garantizar la seguridad y combatir a Al-Qaeda» como hace él.
Destacados miembros de la cúpula militar expresaron ayer su apoyo a la oposición al régimen de Saleh y a sus demandas, que incluyen la renuncia del presidente. El ministro de Defensa afirmó en que el Ejército y la Policía están con el jefe del Estado y éste insistió en que el pueblo le apoya.
El líder de la tribu yemení más importante, a la que también pertenece Saleh, el jeque Sadeq al-Ahmar, acusó al presidente de reprimir a manifestantes pacíficos y de «empujar al país hacia una guerra civil», y se ofreció como mediador para una «salida honrosa» para el presidente.
El gobernador de Adén, segunda ciudad del país, Ahmad Qaatabi, y los embajadores de Qatar, Pakistán, Bélgica, Irak, Siria, Jordania, Arabia Saudí, Egipto, Líbano, Kuwait, Liga Árabe y China renunciaron para unirse a la oposición. Otros cinco embajadores en Europa también presentaron su renuncia.
Analistas coinciden en que el cambio en Yemen es «inevitable», pero constatan que el problema es la sucesión de Saleh, la razón por la que EEUU y Arabia Saudí apoyan al presidente al no ver una «alternativa que garantice la seguridad y combata a Al-Qaeda» como él.
El rey de Bahrein, Hamad ben Issa Al-Jalifa, anunció ayer haber vencido un complot extranjero contra la seguridad de su país y de otras monarquías del Golfo, en una posible alusión a Irán, cuando la relación entre la República Islámica y este pequeño reino, sostenido por Arabia Saudí y EEUU, se ha deteriorado. Y esta tensión evidencia la importancia estratégica de este archipiélago, donde la dinastía Al-Jalifa es cuestionada por una oposición dominada por chiíes, que son la mayoría de la población autóctona.
«El reino de Bahrein ha hecho fracasar un complot extranjero que ha sido fomentado por lo menos desde hace veinte o treinta años», señaló el monarca, quien agregó que el complot fue frustrado por todos los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) -Arabia Saudí, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Omán y Kuwait-.
No precisó qué país ha estado implicado en este complot, pero Manama y las autoridades saudíes denunciaron la influencia de Irán en los recientes disturbios en Bahrein, que han hecho temer para la estabilidad del régimen.
Los saudíes enviaron la pasada semana un millar de soldados para apoyar a la monarquía bahreiní y la Policía desalojó brutalmente en campamento de la oposición mantenía en la plaza de la Perla. Emiratos Árabes Unidos y Qatar también enviaron a soldados, en el marco de los acuerdos de defensa de los países del CCG.
EEUU, que mantiene en Bahrein el mando de su V Flota, ha llamado a las autoridades a la contención, pero se ha abstenido de presionar, una actitud muy diferente a la mantenida respecto a Libia, donde ha intervenido militarmente junto a sus aliados europeos, argumentando que ambas situaciones «no son comparables» porque Manama ha ofrecido diálogo a la oposición. Ali KHALIL (AFP)