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Honduras resiste frente al «terrorismo» mediático y la remilitarización

El 28 de junio de 2009 estaba muy claro el papel de los estamentos político, militar, legislativo y judicial en el golpe de Estado contra Manuel Zelaya. Casi dos años después, también lo está el papel de los medios de comunicación que impusieron e imponen no sólo un cerco mediático en Honduras sino también en el ámbito internacional. Un lavado de cara del régimen golpista que no ha logrado, sin embargo, acallar la resistencia popular.

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Mirari ISASI

Los militares irrumpieron el 28 de junio de 2009 en la sede presidencial, detuvieron al mandatario Manuel Zelaya y, en pijama, le sacaron del país. Los estamentos político, militar, legislativo y ejecutivo se confabu- lan para derrocar por la fuerza a Zelaya, y los medios de comunicación no se quedan al margen. Ni entonces ni ahora.

El periodista hondureño Félix Antonio Molina ha visitado Euskal Herria de la mano de la ONG Mundubat y ha explicado que en su país los medios de comunicación son realmente el cuarto poder, «el espacio donde se define el poder», y por eso los periodistas críticos con el régimen actual siguen siendo objetivo de los golpistas. Tras el golpe de Estado, el Ejército actuó contra los medios críticos mientras que los grandes medios corporativos que tienen intereses y negocios con el Estado colaboraban con la asonada controlando la información.

Y así, con la música de Michael Jackson, muerto tres días antes, y la retransmisión de partidos de la selección hondureña, se callaron el golpe, silenciaron la respuesta del pueblo, las movilizaciones y los enfrentamientos que se estaban produciendo en las calles, cuando todavía existía la posibilidad de contrarrestar la asonada, multiplicar las convocatorias y cambiar la correlación de fuerzas.

«Manipularon y mintieron», asegura Molina, quien dirige el programa «El Frente» en Radio Progreso, una opinión que también avala el periodista vasco Unai Aranzadi, quien aprovechando la visita de su colega hondureño presentó en Bilbo un adelando de su documental «Honduras, ayer y hoy», sobre la realidad del país tras el golpe de Estado. En Honduras, como en Euskal Herria, aunque allí de forma más explícita, los medios deciden qué información recibe el ciudadano y cuál no, afirma Aranzadi.

El 4% controla el 90% de la riqueza nacional de Honduras. El 87% de la población vive en la pobreza, y el 76% vive en condiciones de miseria, con menos de dos dólares al día.

Y todos los estamentos se alinearon para decir que Manuel Zelaya se había excedido al tomar determinadas decisiones para enfrentar a la pobreza e impulsar una reforma constitucional y por sus acuerdos con el ALBA y los países que impulsan la integración latinoamericana. Por eso, representaba una amenaza para la oligarquía nacional y para el Pentágono, que según cables filtrados por Wikileaks planificó y gestionó el golpe

Si el papel de militares, políticos, legisladores, jueces y fiscales quedó claro en el mismo momento del golpe, el de los medios de comunicación se ha puesto de manifiesto cuando se ha conocido el contrato firmado en Washington con Lanny Davis, que revela el modelo de campaña de «respuesta rápida» para apoyar el Gobierno de Lobo, nacido del golpe, no sólo en el continente americano sino también en Europa.

Ese contrato, por el que Tegucigalpa paga 20.000 dólares al mes y que finaliza ahora, busca ahogar a los medios «inconvenientes» propone crear un programa sistemático con los principales medios de comunicación, internet y redes sociales para «tener una narrativa más positiva sobre Honduras» y «lavar la cara» al actual régimen para lograr la legitimación del Gobierno de Lobo, que no ha sido reconocido por la ONU ni por la UE.

Los medios de la otra Honduras, la crítica con el golpe, fueron cerrados, dejando a la población sin información para poder organizarse en condiciones, lo que impulsó el uso de los sms de telefonía móvil e internet para informarse y movilizarse. Eran medios que respondían a las necesidades del pueblo pero, tras su reapertura, las necesidades económicas les llevaron a cambiar su línea editorial y acabar reconociendo a Porfirio Lobo.

La gente no entendió el cambio en la línea editorial y eso impulsó la fundación de tres radios comunitarias sobre la base del derecho a la comunicación como un derecho individual pero también colectivo. «Se necesitan más como ésas», sostiene Molina, «porque la gente está cansada de la manipulación, de que silencien su lucha y está deseosa de oírse y de construir país».

El acomodo de la prensa ha posibilitado la creación de una red nacional de radios, pero «es necesario acomodarla a una red internacional y en el marco de esa estrategia internacional romper el cerco mediático, porque la gente piensa que la situación en Honduras se normalizó y no es así», asegura Molina, quien recuerda que la desaparición forzada y la tortura eran prácticas que habían desaparecido y han vuelto a aparecer tras la remilitarización de la vida política e institucional del país propiciada por el golpe de Estado.

«El golpe de Estado ha favorecido un clima de impunidad y empoderamiento de las fuerzas del orden, que les permite hacer lo que les viene en gana», subraya Aranzadi.

Para contrarrestar esa situación y obstaculizar cualquier atisbo de legitimidad del Gobierno que salió del golpe, el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) propone tejer una red nacional de pequeñas radios comunitarias políticamente afines y crear una central de producción a la que éstas puedan acceder. Pues los pilares de la resistencia son la movilización y la comunicación.

Mientras, la resistencia sigue viva. Los medios de comunicación y las oligarquías nacional e internacional trataron de dividir al FNRP, pero éste logró afianzar su proyecto en la asamblea de febrero, en la que se rechazó convertirse a un frente político electoral y apostó por seguir construyendo un poder paralelo y avanzar hacia una Asamblea Constituyente.

Carlos H. Reyes, miembro del Comité Ejecutivo provisional del FNRP, es claro cuando en una entrevista publicada por lahaine.org afirma que las pasadas elecciones fueron un instrumento para blanquear el golpe de Estado y con el proceso electoral de 2013 quieren hacer borrón y cuenta nueva.

 

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El 4% controlael 90% de la riqueza nacional. El 80% de la población vive en la pobreza y el 76% vive en condiciones de miseria, con menos de dos dólares al día.

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