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Raimundo Fitero

Radiofobia

Se descubrió y se documentó hace años. Se empleó de manera muy compleja y artera con los afectados del accidente de Chernobil; incluso en La 2 en una entrega de «La noche temática» se nos habló de manera extensa de lo que significa la denominada «radiofobia», que ahora se ha convertido en un tema de actualidad, en una de esas palabras que se incorporan al lenguaje cotidiano aunque lo manejemos más por intuición que por conocimiento de lo que significa. Para resumir: una actitud de rechazo a toda radiación, una obsesión ante todo lo que puede tener contaminación radiactiva. Un miedo incluso a los rayos X clínicos. Un síndrome que se utiliza como contra información.

Se emplea para acusar a quienes han estado más o menos cercanos de un foco de contaminación nuclear de estar en un estado fóbico, de tener un miedo infundado. Así se anulan efectos sociales, económicos, de reclamaciones. Se aligeran los efectos reales de la desgracia nuclear. En puridad, una fobia es una enfermedad. Y no se puede negar a nadie asistencia, aunque sea para curar justamente esa fobia, ese miedo, que será infundado, pero que nos dan tantas razones diarias para que sea algo más que un a proyección mental, entre otras cosas porque se tiene el convencimiento de que nos mienten, nos ocultan datos, existe una cortina de desinformación sobre lo nuclear en general, y en el accidente japonés, las cosas se están llevando hasta el límite.

Hemos escuchado al capitán de bomberos que comandó la operación de enfriar uno de los reactores con ciento veintiocho de sus hombres. Habla de miedo, profesionalidad, entrenamiento, determinación. Y es cuando se encuentran las distancias entre la manera de entender la vida, la muerte, el compromiso entre las diferentes culturas. Y, sobre todo, el tratamiento informativo de los sucesos y de las intervenciones de los encargados de realizar trabajos de emergencia. El bombero japonés señaló su preparación específica y su extrañeza de que no tenían a nadie que proteger, sino a ellos mismos, con equipos muy especiales. Ahora deberán esperar a las mediciones de radiación, y si se quejan, ¿quién les puede decir que padecen radiofobia?

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