«En un mundo mejor», a medio camino entre África y Europa
2010 ha sido un año decisivo para la destacada realizadora danesa Susanne Bier, al ganar con «En un mundo mejor» el Globo de Oro y el Óscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa. Es su drama más pedagógico, y del que pretende extraer lecciones vitales sobre los fuertes contrastes entre Norte y Sur que la globalización intenta armonizar sin ningún éxito.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Susanne Bier ha conseguido, sin tener que dejar Dinamarca, hacer una película en torno a la globalización capaz de llamar la atención internacional. A ello ha contribuido definitivamente la obtención tanto del Globo de Oro como el Óscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa.
La producción de la película ha supuesto un gran esfuerzo para la compañía danesa Zentropa, fundada por Lars Von Trier, con un elevado coste final de doce millones de euros. La inversión era necesaria para poder rodar las complicadas escenas africanas, las cuales resultaron incluso más accidentadas de lo esperado.
Semejante respaldo a Susanne Bier explica la confianza que el cine danés tiene depositada en ella, porque la realizadora sigue prefiriendo trabajar desde su país, a pesar de que cada vez tiene más ofertas para rodar en inglés, y de que ya demostró que es capaz de adaptar su cine a la industria de Hollywood.
La violencia en todas partes
La violencia está en todas partes, pero lo difícil es mostrarla en sus diferentes grados de intensidad. Susanne Bier establece una conexión sutil entre la violencia del Primer Mundo y la del Tercer Mundo, por medio de la figura de un cooperante. Este hombre tendrá que enfrentarse a conflictos de distinta índole en África y en Europa.
La pregunta que queda en el aire es la de por qué deja su país, sin resolver los problemas de su entorno familiar, y se va al continente negro para ayudar a paliar otros que, en principio, deberían serle más ajenos.
A veces es como si costara más asumir la conflictividad inmediata, la de una realidad más cercana, que la que nos llega del exterior a través de las noticias. Tal vez porque esas otras guerras tribales y las consiguientes hambrunas apelen directamente a la conciencia occidental, en cuanto consecuencia del colonialismo. En cambio, los problemas domésticos nos van a parecer siempre menos inevitables, menos catastróficos. En el caso de la violencia de género, o en el de la escolar, se tiende a mirar hacia otro lado, como si realmente no fuera con nosotros. Nos negamos a aceptar que eso está pasando a lado de nuestra casa, o incluso en nueva propia casa.
Habrá a quienes les guste el tono pedagógico de «En un mundo mejor» y a otros que, por el contrario, les llegue a molestar. A propósito de películas como ésta, o también las de Alejandro González Iñárritu, surge la crítica sobre un cine globalizado que explota las miserias de los países pobres a través de una nueva modalidad de reportaje turístico para impresionables espectadores occidentales. Hablar de una pornografía de la pobreza resulta exagerado, más aún cuando Susanne Bier pone en la balanza la postura del ciudadano europeo dentro y fuera de su continente.
El personaje que interpreta el actor sueco Mikael Persbrandt, visto en «Aurora boreal», trabaja para Médicos Sin Fronteras. Regresa a casa de una de sus misiones solidarias desencantado. Se siente impotente ante un horror bélico que escapa a cualquier control, dada la imposibilidad de detener el genocidio y las epidemias a la vez. Pero en Dinamarca va a encontrarse con otro tipo de situación, también tensa a otro nivel. Su hijo, al que someten a acoso escolar sus compañeros de clase, ha encontrado un defensor en un recién llegado, el cual arrastra la terrible pérdida de su madre a causa de un cáncer. El protegido se verá empujado por su nuevo amigo a una espiral de venganza, empezando por la fabricación casera de una bomba con temibles y nada tranquilizadoras consecuencias.
La tensión está servida, fruto de la presión externa y la interna. Es cuestión de saber si la actitud de un pacifista, acostumbrado a poner la otra mejilla, mantiene su validez cuando la violencia estalla dentro de la aparente confortabilidad de una sociedad desarrollada. Es posible que los instintos primarios, los mismos que están en el origen de los enfrentamientos tribales, se apoderen igualmente del progreso y de sus hijos. De ser eso cierto, queda de manifiesto que el sistema educativo está fallando, que los nuevos valores no compensan el avance sobre otros tradicionales que se creían ya obsoletos.
Título original: `Haevnen».
Dirección: Susanne Bier.
Guión: Anders Thomas Jensen.
Intérpretes: Ulrich Thomsen, Mikael Persbrandt, Trine Dyrholm, Markus Rygaard.
País: Dinamarca, 2010.
Duración: 113 m.
La carrera de la realizadora Susanne Bier tiene un antes y un después del movimiento Dogma, gracias a que posee una personalidad muy desarrollada para el drama, sin necesidad de depender de ninguna coyuntura. Así, pudo salir bien parada de su reciente incursión en Hollywood con «Cosas que perdimos en el fuego», película protagonizada por Halle Berry y Benicio del Toro. La rodó tras el éxito internacional obtenido con «Hermanos», con la que consiguió el premio del Público en Sundance y las Conchas de Plata a las mejores interpretaciones masculina y femenina en Donostia, además de vender los derechos para un remake en el mercado anglosajón.
Es la mejor progresión para una cineasta integrante del movimiento Dogma, a cuyos métodos se ajustó estrictamente en «Te quiero para siempre», premiada en Toronto. Con o sin esa etiqueta, la mayoría de sus realizaciones han sido producidas por Zentropa, la compañía danesa fundada por Lars Von Trier. Actualmente filma en Italia la comedia romántica «All You Need Is Love», en un tono mucho más ligero del habitual y con el irlandés Pierce Brosnan como figura estelar. M.I.
Habrá a quienes les guste el tono pedagógico de la película y a otros que les llegue a molestar, más aún cuando Susanne Bier pone en la balanza la postura del ciudadano europeo dentro y fuera de su continente.
El personaje principal es un cooperante que regresa a casa desencantado de una de sus misiones solidarias. Pero en Dinamarca va a encontrarse con otro problema: su hijo es sometido a acoso escolar por sus compañeros de clase.