La selección española de fútbol disputó el martes en Lituania un partido clasificatorio para la Eurocopa de 2012. El rectángulo de juego, infame, se ganó a pulso el calificativo de «patatal». Por allí debió de pasar en su día Atila a lomos de su caballo, ya que la hierba ni está ni se le espera.

¿Y a cuento de qué viene todo esto? Pues a que fue el término «patatal» el primero que se me vino a la cabeza cuando tuve noticia de la que se está armando en Madrid y alrededores a cuenta de «las actas de ETA». ¡Qué nivel, Maribel! ¡Qué manera de darse navajazos por lo bajo!

Entre los topicazos futboleros, hay uno que emplean mucho los delanteros, ese que dice que «lo importante no es que yo marque o no, sino que gane el equipo». Entre la clase política española sucede lo contrario, con tal de apuntarse el tanto son capaces de anotar en su propia portería. Más de una vez pongo en duda que PSOE y PP, o PP y PSOE, tengan en verdad deseos de solucionar lo que se viene denominando «conflicto vasco», o al menos las expresiones de violencia. Pero si bien dudo de lo que quieren, no tengo dudas sobre lo que no quieren. No quieren que el tanto se lo apunte el otro. Como me dijo una vez un aficionado pasaitarra al remo, «me da igual que mi trainera llegue la última, siempre y cuando la del rival se hunda». No desvelaré si era hincha de San Pedro o de San Juan.

Aparcando sentimientos identitarios, como le gusta decir al lehendakari Patxi López, me gustaría que él u otros como él nos explicaran qué atractivos le encuentran al hecho de pertenecer a un Estado cuyo ínfimo nivel en política interior estamos padeciendo día tras día, que en política exterior nos lleva de guerra en guerra bailando al ritmo de terceros, que en lo económico es como una bola de presidiario atada al tobillo, que en lo social buena parte de su población aboga por el ultracatolicismo retrógrado... En «Trainspotting», Ewan McGregor se quejaba de que «es una mierda ser escocés. Ni siquiera encontramos una cultura decente que nos colonice». Pues menos mal que no eres vasco, majo.