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Semifinal de la Champions League femenina de balonmano

Itxako pone de moda el amarillo en Europa

Un gigante amarillo está irrumpiendo con mucha fuerza -y no se trata de China en el panorama internacional-, en la exclusiva élite del balonmano europeo. Jamás un equipo femenino vasco había llegado tan alto como Itxako en la máxima competición continental, la Champions League, donde se ha convertido en la bocanada de aire fresco que un torneo de estas características necesita para seguir creciendo.

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Natxo MATXIN

La progresión del equipo navarro está lejos de ser fruto de la casualidad, sino más bien la meteórica ascensión de un club que siempre ha tenido las ideas claras y ha puesto los medios necesarios para alcanzarlas.

Una historia que se remonta a poco más de una década atrás cuando, en la temporada 1998-99, se fusionaron la entidad lizartarra -cuyo germen había sido la Ikastola Lizarra- y el Etorkizuna iruindarra, fruto de la amistad del entonces presidente amarillo Raúl Urriza y el actual gerente Iñaki Ibarra con el técnico navarro David Neira, que había conseguido reunir a un prometedor ramillete de jóvenes jugadoras. Itxako aportaba la infraestructura organizativa, y Etorkizuna el plantel, en una fórmula que no tardó en dar los resultados apetecidos.

Ese mismo año, Lizarra fue la sede encargada de organizar la fase de ascenso a Primera Nacional, que no pudo tener mejor desenlace, pues lograron su objetivo. Aunque entonces era difícil imaginarlo, se trataba del inicio de una trayectoria que ya no iba a dejar de mejorar hasta nuestros días.

«Recuerdo que partimos con un presupuesto de 11 millones de las antiguas pesetas», señala Ibarra, testigo directo de la evolución durante estos años. Un montante económico muy alejado de las cifras que se manejan actualmente, pero que no fue impedimento para que el grupo siguiera ascendiendo peldaños deportivos. «Se desbordaron nuestras previsiones -continúa-, porque se fueron encadenando triunfos y la afición se consolidó, con una media de entre 300 y 400 espectadores por partido».

Tan es así que una sola campaña en Primera Nacional fue suficiente trampolín para llegar a la División de Honor, aunque el camino no fuera de rosas precisamente, con una nueva fase de ascenso, esta vez repartida entre Getafe y Lizarra. En la localidad madrileña Itxako padecía sus primeras experiencias negativas con el caprichoso arbitraje y una semana más tarde, ya en casa, un gol le apartaba del ascenso directo.

Pero aún le quedaba una segunda oportunidad: jugársela con el Maritim en la promoción. El empate a 26 en el partido de ida en cancha valenciana alimentaba sus esperanzas, y la vuelta se celebró con más de 2.000 personas en las gradas del pabellón Lizarreria, una afluencia de público sin precedentes para una modalidad deportiva que comenzaba a despuntar. Entre charangas y bombos, su afición llevó en volandas a las amarillas para certificar un 23-20 con emoción sin límites, ya que la diferencia sólo se plasmó en los últimos compases del choque.

SIN PISTA PARA ENTRENAR, GOTERAS...

Itxako estaba en lo más alto, pero no se iba a conformar, pese a las trabas, que también las hubo. Para empezar, con las instalaciones. A los problemas iniciales de goteras, que obligaron a trasladar algún torneo a la vecina localidad de Aiegi, se sumaron los de acceso a la pista para poder entrenar. Sorprendentemente, su llegada a la élite sólo les daba derecho a usar la cancha los viernes, y jugadoras y cuerpo técnico se veían obligados a trasladarse a Iruñea casi a diario. Ibarra recuerda que «el esfuerzo de aquellos años fue muy grande», aunque visto desde la distancia ahora resulte recompensado.

La presencia en la máxima categoría trajo consigo los primeros patrocinios, que permitieron cuadruplicar el presupuesto hasta los 42 millones de pesetas, una decisión «tan complicada como valiente, ya que entrábamos en un mundo desconocido para nosotros, y sabíamos que iba a ser muy difícil», relata Ibarra. En esa labor de captación de patrocinadores jugó un papel importante la llegada como nuevo presidente de Fernando Ederra. «Él venía del mundo de la política -fue edil en el Ayuntamiento lizartarra y presidente de la Mancomunidad de Montejurra-, y su experiencia en asuntos públicos impulsó la gestión del club», explica su gerente. También hubo bajas entre los rectores del club lizartarra, «totalmente comprensibles», porque el nivel de compromiso y trabajo se incrementó exponencialmente.

Tres años de aclimatación bastaron para volver a dar otro salto evolutivo. Itxako ya era una entidad lo suficientemente consolidada como para medirse a otros rivales continentales, y logró clasificarse por primera vez para un torneo europeo, la Copa EHF, en 2003, en la que curiosamente la escuadra amarilla sería eliminada por el Györ húngaro, su rival del sábado. Nadie pensaba entonces que, cinco años más tarde, las navarras alzarían el trofeo de esa competición.

La madurez competitiva de Itxako también llegó en el campeonato doméstico. Lizarreria era cada vez una visita más complicada para sus rivales, y los primeros indicios de que se podía realizar algo grande en Liga llegaron en 2008, cuando sólo el gol average le apartaba del título. Pero las amarillas ya no iban a permitir que este detalle se repitiera en las dos campañas siguientes, dominando la Liga con claridad y conquistando además sendos dobletes -en la 2009 con el éxito añadido de la EHF y en la 2010 con la Copa-. Y esta temporada, con la Liga prácticamente decidida, podrían estar en situación de volver a sumar dos nuevos títulos.

UN CLUB PUNTERO EN EL CONTINENTE

Los primeros éxitos coincidieron con una importante remodelación de la estructura del club y su junta directiva, que pasaba a encabezar Miguel Bujanda en abril de 2008, con Ederra como vicepresidente deportivo.

Los cambios vinieron acompañados de una mayor profesionalización del entramado gestor, sin olvidar una importante cuota de colaboración voluntaria, necesarias ambas para acometer el salto de calidad y organización que la entidad necesitaba para codearse en la élite del balonmano femenino mundial. «Fueron transformaciones internas profundas de las que llevábamos tiempo hablando con la creación de diferentes áreas: comunicación, deportiva, marketing, administración, gerencia...», detalla Ibarra.

Ahora, el club lizartarra busca llegar a la cumbre deportiva y llevar a la máxima expresión el laurel del triunfo que preside su escudo. «Pese a los muchos momentos amargos que ha habido, creo que han merecido la pena conseguir estar entre los mejores equipos del mundo. Es difícil imaginárselo, aunque siempre ha sido éste nuestro objetivo, y para ello hemos ido dando pasos hacia adelante en todos los aspectos del club», asegura la voz del experimentado Ibarra. El amarillo está de moda y Lizarra está dispuesta a exportar su color a toda Europa.

Si los constantes avances en la mejora del esqueleto burocrático del club se han ido demostrando como un proceso necesario y un instrumento válido para el crecimiento económico del club y, como consecuencia de ello, una progresión constante en el nivel de la plantilla, no es menos cierto que era necesaria la persona con el perfil adecuado para gestionar todo ese potencial, e Itxako la encontró en Ambros Martín.

LA LLEGADA DE AMBROS MARTIN

El entrenador canario, fichado para la temporada 2004-05, ha dirigido el salto técnico de calidad, y desde su llegada al banquillo el equipo no ha dejado de crecer. Quizás el destino ya había tejido sus lazos de unión entre el ex antoniano y la entidad amarilla cuando, en el torneo de presentación previo a la temporada 1999-2000 -la del ascenso a División de Honor-, disputado en el polideportivo de Aiegi -el de Lizarra estaba plagado de goteras-, Ambros Martín estaba en la grada, seguramente sin imaginarse que no mucho tiempo después se encontraría dirigiendo a aquel grupo de ambiciosas chicas.

Tras las etapas de David Neira (1998-2001), Juanto Apezetxea (2001-03) e Iñaki Ibarra (2003-04), que también aportaron su esfuerzo en la progresión deportiva del club, la llegada del técnico de Arrecife de Lanzarote contribuyó a que la escuadra navarra escalase sin descanso peldaños en las diferentes competiciones, una constante en su historia: primero debutando y luego consolidando su presencia, llegando a alguna final, quedándose a un paso del título, y consiguiéndolo en la temporada siguiente.

Toda esta trayectoria refleja, sin duda, que durante estos siete años el vestuario ha ido creciendo al unísono, técnicos y jugadoras, adquiriendo el obligado poso, también a base de derrotas, como paso previo a la consecución de un título. «Es cierto, hemos aprendido del dolor y las lágrimas, casi siempre se ha necesitado una segunda oportunidad, escarmentar, pero a este equipo eso le motiva mucho más para el año siguiente, aunque confío que esta vez en Champions no haya que esperar a la edición de 2012», comenta Ambros con una sonrisa en los labios.

Y en ese constante éxito ha tenido especial importancia la continuidad y confianza que la junta directiva ha mostrado en el entrenador, y el compromiso de Ambros Martín con el proyecto que se estaba forjando. «Eso ha posibilitado formar un equipo con las ideas claras y una filosofía de juego concreta. Le damos mucha importancia a que los fichajes tengan ambición, ganas de mejorar y superarse para hacer al grupo mejor. Y creo que no hemos encontrado todavía nuestro techo», subraya el técnico.

UNA MARCHA ATRÁS DECISIVA

Una de las claves de esta mejora constante fue la decisión adoptada por Ambros Martín al final de la temporada 2006-07, cuando Portland San Antonio ofrecía a su exjugador la dirección del equipo de Liga Asobal, y Martín aceptaba en un primer momento, aunque posteriormente reconsideraba su decisión para continuar vinculado a Itxako.

Hubo muchos aficionados que no entendieron su decisión en aquel momento, por el salto cualitativo que representaba para él estrenarse en la Liga Asobal, y al frente de un conjunto de lo más competitivo a nivel continental. Pero el tiempo ha acabado dando la razón al técnico canario. «Como bien me dijo Fernando (Ederra), el equipo era mi hijo, mi criatura, y todavía estaba en gestación -recuerda con emoción-. Agradezco aquellas palabras porque se me quedaron grabadas y, junto a la reacción de las jugadoras cuando les anuncié mi marcha, fue lo que me animó a dar marcha atrás y quedarme. Por fortuna para mí, he conseguido el éxito que busco». Una gloria a la que ahora se puede incorporar la máxima competición continental. El sábado se inicia el camino...

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