Tokio se disculpa por no notificar a sus países vecinos el vertido al mar de agua radiactiva
GARA | TOKIO
Después de tirar la piedra, y ante las consecuencias innegables de su acción, Japón se ha confesado autor del delito. Y es que más vale tarde que nunca a la hora de asumir culpabilidades. Por boca del portavoz del Gobierno nipón, Yukio Edano, Tokio se vio obligado ayer a entonar el mea culpa por verter al mar miles de litros de agua contaminada de radiactividad procedentes de la central nuclear de Fukushima, sin notificar previamente a sus países vecinos. Y lo ha hecho después de que su aliado al oeste, Corea del Sur, se quejara públicamente de ello. «Cuando hay acontecimientos que causan ansiedad entre países vecinos, se deben notificar con anterioridad», llegó a asegurar anteayer un portavoz del Ministerio de Exteriores surcoreano. El Ejecutivo japonés asumió su culpa en ese sentido, alegando que el vertido fue necesario teniendo en cuenta la situación de crisis por la que atraviesa el país.
La Agencia de Seguridad Nuclear de Japón también se vio obligada a intervenir, en un intento de que ese hecho no se convierta en un problema internacional. El responsable Hidehiko Nishiyama certificó que las autoridades japonesas no pudieron contactar previamente con las surcoreanas, y que el vertido de agua de «baja radiactividad» ¯100 veces por encima de los límites legales¯ fue una decisión de «urgencia máxima».
La cuestión es que, con petición de disculpas o sin ella, el daño ya está hecho, y Seúl ha amenazado con abrir diligencias en «términos de tratados internacionales».
Sellado de la fuga
Ante la tensión creada entre distintos países por esa cuestión, la empresa que gestiona la central ¯Tepco¯aseguró ayer haber sellado la fuga que encontraron el pasado fin de semana en el reactor 2, utilizando silicato sódico; afirmación con la que Edano se mostró cauto, a la espera de que se confirme que no se encontraron más filtraciones.