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Alberto Gartzia Garmendia Periodista

«Mutatis mutandi»

Intentémoslo. Otra vez, sí. Por encima del pesimismo razonable. Más allá de la lógica desconfianza. Luchando por ganar la batalla al más que comprensible rencor. Sin olvidar a las víctimas pero sin olvidar víctimas

ETA «va a hacer la utilización más adecuada de las armas» hasta que sea posible la solución de los temas que considera imprescindible solventar para el desarrollo de la democracia. Así lo anunció ayer la citada organización en un comunicado difundido en Donostia. En el comunicado se mencionan la aplicación de torturas a detenidos, el bloqueo del referéndum en Nafarroa y la incapacidad del Gobierno autónomo del País Vasco como elementos que hacen imposible el desarrollo del Estatuto de Autonomía, «única salida democrática que hoy existe en Euskadi». El escrito no descarta «otro tipo de acciones político-militares».

Que no cunda el pánico. Aunque pueda parecerlo, no se trata de un texto reciente, sino de un extracto de la crónica publicada en uno de los principales diarios españoles el pasado 22 de febrero... de 1981. La información añadía que «de este modo, ETA-pm rechaza los llamamientos efectuados con insistencia en las últimas semanas por la coalición Euskadiko Ezkerra para llegar a una tregua». El 30 de septiembre del año siguiente, los polimilis anunciaban su disolución.

Son otros tiempos. Es cierto. Ya lo dijo hace siglos alguien en Éfeso: «En el mismo río entramos y no entramos, porque somos y no somos los mismos». Pero no me negarán que, mutatis mutandi, la cita podría encajar en el periódico de esta mañana.

Y es que, ahora como entonces, los «impíos» avanzan inexorablemente hacia la virtud. Aunque, ahora como entonces, el daño esté hecho y sea irreparable. A pesar de que, ahora como entonces, la parte política tenga serias dificultades en arrastrar a la «militar»... Eppur si muove.

Pero resulta que los «justos» entienden que aquello que ayer demandaban y ahora se cumple, hoy ya no es suficiente. Y exigen más. Y cuando eso que hoy exigen se satisface mañana, entonces vuelve a ser poco. Y así sucesivamente. «A ver si hay suerte y alguien quema un contenedor y podemos volver a la casilla de salida», parecen desear. Porque eso es lo importante. Que no pare la noria. No vaya a ser que la intelectualidad orgánica del imperio se aburra. No vaya a ser que quede al descubierto la Euskadi real, no la trucada en las urnas. No vaya a ser que se evidencie que la mayoría social y política de la ciudadanía no es escuchada ni respetada, no porque exista o no exista ETA, sino por falta de voluntad política y de madurez democrática. No vaya a ser, por Dios, que no dé tiempo a culminar con éxito la colonización rojigualda en tierra de vascones.

¿Cómo explicar, de otro modo, que se le exija a Sortu que rompa con el pasado y cuando lo hace se le reproche -y se alegue para no legalizarlo- precisamente que esa ruptura demuestra que es continuidad de lo anterior? ¿A dónde nos lleva esta exigencia de dibujar un cuadrado circular? Porque, aplicando esta «lógica», Aralar (¡Qué verdad es aquella que advierte sobre la vehemencia del converso!) sería continuidad de Herri Batasuna. Y Euskadiko Ezkerra prolongación de los polimilis. Y el PSOE, heredero del señor X. Y el PP, reencarnación de Fraga. Y el mismísimo monarca -por mucho photoshop que apliquen a su currículum-, sucesor del Generalísimo. Y...

¿...Por qué no elegimos, aunque sea más difícil de conjugar, el futuro imperfecto por el que apuestan políticos tan distantes -y audaces- como Egiguren y Otegi, entre otros, en lugar del pluscuamperfectamente estéril pretérito, donde nunca amanece? Intentémoslo. Otra vez, sí. Por encima del pesimismo razonable. Más allá de la lógica desconfianza. Luchando por ganar la batalla al más que comprensible rencor. Sin olvidar a las víctimas, pero sin olvidar víctimas.

Desde la memoria, sí. Pero desde la memoria honesta. Memoria de las víctimas oficiales y de las víctimas ignoradas. De las oficiosas y de las invisibles. De las recientes y de las remotas. De las reconocidas y de las olvidadas.

Memoria generosa. Memoria de la incoherencia. De la propia y de la del prójimo. Memoria de la intransigencia. De la ajena y de la nuestra. Memoria de los errores; de los de unos y de los de otros.

Memoria de otras verdades. Memoria de mil miserias. Memoria de las crueldades. De todas las verdades. De todas las miserias. De todas las crueldades. Memoria sin lagunas.

Memoria para olvidar que casi habíamos perdido la fe. Memoria para impedir que nos la vuelvan a arrebatar. Memoria para que recuerden los tirios. Memoria para que no olviden los troyanos. Memoria para desarmar a quienes fueron azote de troyanos cuando fueron tirios, y látigo de tirios cuando cambiaron de bando.

Memoria. Memoria para recordar a qué sabía la esperanza. Memoria para no dejar escapar otra vez el presente, el único tiempo que, como bien dijo Axular, está en nuestras manos. Aunque llegue tarde. Muy tarde. Miles de lágrimas tarde.

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