Nueva tragedia frente a las costas italianas
El mar engulle a 250 inmigrantes frente a la costa de Lampedusa
Un barco con trescientas personas a bordo naufragó en la madrugada de ayer frente a las costas de la isla italiana de Lampedusa, en una nueva tragedia de la inmigración clandestina que busca llegar a Europa dejando atrás situaciones de guerra y de miseria y se arriesga a emprender una peligrosa travesía en embarcaciones de pesca abarrotadas. Un drama que se repite con demasiada frecuencia y que ayer dejó 250 muertos y desaparecidos.
GARA | ROMA
Hasta 250 personas podrían haber perdido la vida en el Mediterráneo ayer al volcar la barcaza en la que intentaban llegar a Lampedusa cuando la Guardia Costera italiana trataba de prestar ayuda a la embarcación que se encontraba en apuros. De las más de 300 personas que viajaban a bordo, más de cincuenta pudieron ser salvadas y trasladadas a la isla italiana. Decenas de cadáveres, algunos de ellos de menores, fueron avistados en el agua, pero los intensos vientos y el mar picado dificultaban las labores de rescate de las embarcaciones de salvamento y de un helicóptero policial.
Aunque las autoridades italianas indicaron que a bordo del barco viajaban unas doscientas personas, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) aseguró que la embarcación naufragó con unas trescientas personas en su interior y que los muertos y desaparecidos son 250.
El capitán Alessandro Vittorio, portavoz de la Guardia Costera en Lampedusa, informó a AFP que fueron avistados unos veinte cuerpos y rescatadas con vida 48 personas. Tres más fueron salvados por un barco pesquero italiano, que los llevó hasta la isla que pretendían alcanzar cuando la tragedió les golpeó.
Aunque en un principio se pensó que la embarcación había zarpado de Túnez, la Guardia Costera y la OIM informaron posteriormente que había partido hacía dos días del puerto libio de Zuwarah con trescientas personas a bordo, la gran mayoría procedentes de Somalia y Eritrea, pero también de Nigeria, Bangladesh, Costa de Marfil, Chad y Sudán.
El naufragio tuvo lugar a las 4 de la madrugada (misma hora en Euskal Herria), a unas 40 millas marinas al sur de Lampedusa, pero en aguas maltesas. Los inmigrantes avisaron a las autoridades italianas de que tenían problemas a través de un teléfono por satélite y éstas enviaron rápidamente dos barcos y un helicóptero.
La primera de las lanchas de la Guardia Costera alcanzó a las 4 el barco que ya se encontraba en graves dificultades, pero los fuertes vientos y el mal estado del mar dificultaron las tareas de socorro y la embarcación acabó naufragando durante la operación de rescate, explicaron fuentes de la Capitanía del Puerto.
Debido a la tormenta, a la marejada y a la «excitación a bordo del barco, éste volcó y las personas que había a bordo cayeron al agua», explicó Alessandro Vittorio.
«Se podía haber evitado»
«Esta tragedia se podía haber evitado», lamentó el sacerdote eritreo Mussie Zerai, fundador en Roma de la organización humanitaria Habeshia, que se ocupa de los refugiados africanos.
El religioso criticó duramente la actitud de Europa, «sorda» ante la petición de que no bombardeara Libia hasta que no se hubiera evacuado a los miles de somalíes, eritreos y etíopes que se encuentran desde hace años en campos de refugiados de Naciones Unidas levantados en ese país.
El drama vivido en la madrugada de ayer es un triste ejemplo de los riesgo que corren personas desesperadas que pueden llegar a pagar hasta mil euros por un lugar en uno de los abarrotados barcos de pesca que trasladan a refugiados e inmigrantes desde África a Europa en busca de trabajo.
El lunes, la agencia para los refugiados de la ONU dijo que más de 400 personas que habían huido de Libia en dos embarcaciones estaban desaparecidas.
La pasada semana, Lampedusa llegó a acoger a más de 6.200 inmigrantes, número que superaba la población local, por lo que se produjeron situaciones de tensión que llevaron al Gobierno italiano a organizar nuevas evacuaciones hacia otros centros de acogida del país y aliviar la situación de hacinamiento en la isla.
El martes por la noche, 351 inmigrantes más llegaron a la isla de Lampedusa, donde ya hay un total de 1.500, que serán trasladados en los próximos días a otras provincias italianas, informó Efe.
En los últimos diez días, según la OIM, 2.000 inmigrantes, en su mayoría africanos y demandantes de asilo, han llegado a Lampedusa procedentes de Libia.
Peligroso viaje
Miles de personas están arriesgando sus vidas en este peligroso viaje tras la caída del régimen tunecino y después de que los combates en Libia acabaran con los estrictos controles fronterizos que antes impedían la salida hacia Europa.
La mayoría han sido jóvenes de Túnez que tratan de llegar al Estado francés a través de Italia, recordó la agencia Reuters, pero en los últimos días se han registrado cada vez más libios, poniendo de manifiesto los temores italianos a que los combates en su país provoquen un nuevo éxodo. No existen cifras oficiales de las personas que ha perdido la vida en esta travesía. Según la asociación humanitaria Fortress, unas 3.616 personas han muertos en el camino.
La Guardia Costera rescató con vida a 48 de los inmigrantes y dijo haber avistado decenas de cadáveres que no pudieron ser recuperados por las malas condiciones del mar. Un pesquero salvó a otros tres.
La embarcación avisó de que se encontraba en dificultades pero los barcos de la Guardia Costera no pudieron socorrerla porque la tormenta, la marejada y la «excitación» a bordo hicieron que volcara y sus pasajeros fueron engullidos por las aguas.
La Comisión Europea quiere reforzar la operación «Hermes» de la agencia de control de fronteras (Frontex) en la isla italiana de Lampedusa ante una posible nueva oleada de inmigrantes procedentes del norte de África.
La Unión Europea es incapaz de dar una respuesta rápida a la crisis económica que empuja al éxodo a miles de personas y sus estados miembros se sienten tentados a actuar cada uno en su territorio para frenar la afluencia de inmigrantes, algo que inquieta a los funcionarios europeos.
«En este momento, cada cual va a lo suyo y cada cual en su casa. Ya no hay espíritu de cooperación», señaló uno de ellos a AFP bajo la condición de anonimato. La cuestión se ha vuelto muy sensible y «el ambiente no es bueno», reconoció otro diplomático.
Italia se encuentra en primera línea, debido a los migrantes que parten clandestinamente de Túnez y llegan a su territorio. Son unos 22.000 y no demandan asilo porque muchos desean trasladarse al Estado francés, Bélgica y Suiza, donde hay importantes comunidades tunecinas. Pero los socios de Italia se niegan a compartir esa flujo de inmigrantes.
Pero Italia se impacienta, y tras firmar el martes un acuerdo para combatir la inmigración irregular, cuya primera medida será la de repatriar a unos 1.400 inmigrantes tunecinos que aún permanecen en la isla de Lampedusa, el Gobierno anunció ayer la inminente firma de un decreto por el que se concederán permisos de residencia temporales a esos 22.000 inmigrantes que han llegado a las costas de Italia este año.
Esos permisos temporales les permitirán viajar por Europa, algo que antes de ese anuncio el ministro italiano de Exteriores, Franco Fratini, había considerado que tendría unas consecuencias «desastrosas» para las relaciones de Italia con el Estado francés, destino que persiguen unos 18.000 de esos inmigrantes tunecinos.
Sin embargo, la Comisión Europea admitió que Roma puede expedir esos permisos, ya que se trata de una competencia estatal.
En cualquier caso, según un responsable europeo citado por AFP, «el problema está en Túnez. Debemos instar a las autoridades tunecinas a poner fin a esas salidas y a volver a acoger a sus nacionales que llegan ilegalmente a la UE. Pero para eso, necesita incentivos».
Los europeos saben que las autoridades tunecinas desean financiación para reactivar su economía y reducir el desempleo y visados para viajar. Mientras la UE no mueve ficha, ellos tampoco la mueven, según la Comisión.
Desde la UE se afirma que Túnez «debe aceptar el retorno de sus ciudadanos llegados ilegalmente a la UE», pero Túnez responde que, sin contrapartidas, aceptar el regreso de sus ciudadanos agudizaría el problema del desempleo. GARA
Mientras Europa cierra las puertas a los inmigrantes, el Parlamento Europeo guardó ayer un minuto de silencio por las víctimas del naufragio de alrededor de trescientas personas que intentaban alcanzar Lampedusa, su puerta a un futuro mejor.