Raimundo Fitero
Género papal
Las preguntas retóricas y las respuestas doctrinarias forman parte de las formas de narcotizar a las masas desde la jerarquía católica y, me supongo, desde todos los púlpitos o minaretes. Pero la que viene de Roma y nos aturde de manera expresa con abuso de decibelios en estos días, lleva décadas utilizando los medios televisivos para el adoctrinamiento, en diversas fases, desde las misas en todos los idiomas hasta los espacios netamente doctrinarios o los catecismos disfrazados. Durante años se han escuchado sus «últimas preguntas», para cerrar emisiones de la pública estatal.
Pero en estos días nos han querido colar una novedad que es vieja y además, como es habitual en todo lo que viene del Vaticano, con truco, es decir manipulada hasta el vómito. Y es que nos han dicho que por primera vez el Papa Benedicto XVI ha contestado preguntas de los ciudadanos en televisión. Vaya, que nos vendieron una versión púrpura de «Tengo una pregunta para usted», que debería «para su santidad». Lo vendieron y algunas cadenas lo compraron y nos lo ofrecieron en directo, pero no era en directo, era un programa enlatado más, de la RAI, la televisión pública italiana, y el método era bastante obvio: pregunta muy selectiva, aparentemente espontánea, con niña japonesa, madre sufriente, por ejemplo, y respuesta prefabricada del papa, para decir sus obviedades, sus mensajes más propagandísticos y sin dar ninguna respuesta que no esté en cualquier manual del convencimiento de la existencia de la nada.
«¿Por qué deben sufrir los niños?» pregunta la guapísima niña japonesa, y la respuesta es como darle un caramelo a un afectado de la radiación. O una cucharilla a un niño africano que padece hambre y sed. Y cuando una madre con un niño en coma, pide auxilio, encuentra terrorismo moral; «seguro que el alma de tu hijo te escucha y le alivias con tu amor y tus rezos».
Género papal, una suerte de gran guiñol la mentira convertida en dogma de fe. Y retransmitida por televisiones públicas o privadas confesionales, lo que tiene su razón de ser, aunque dudo más de que las públicas deban utilizar sus recursos para dormir a sus audiencias con mensajes letales desde Roma.