Gadafi intensifica los bombardeos y agrava la crisis sanitaria en Misrata
Los continuos bombardeos con los que las tropas leales a Muamar al-Gadafi están castigando Misrata han empeorado la difícil situación sanitaria que padece esta ciudad rebelde. Los hospitales no están preparados para asumir el elevado número de víctimas que llegan a diario y las reservas de material de primeros auxilios se agotan después de dos meses de asedio. «Podemos aguantar unos días, pero no sabemos cuántos», dicen los médicos.Al menos 60 personas han muerto y más de un centenar han resultado heridas durante los intensos bombardeos con los que las tropas leales a Muamar al-Gadafi han castigado Misrata durante el fin de semana. Ni la salida de los soldados del interior de la ciudad anunciada por el régimen ni la declaración de Misrata como «territorio liberado» para los rebeldes han venido acompañadas de un alivio en las condiciones de vida para los habitantes de la localidad insurrecta, ubicada a 250 kilómetros de Trípoli.
De hecho, su situación sanitaria se ha agravado, tanto por la escasez de material médico, después de dos meses de asedio, como por el hecho de que los hospitales no están preparados para el incesante número de heridos que se reciben a diario.
«La situación sanitaria es más grave de lo que esperábamos», reconocía el sábado por la mañana Mustafá Marwan, un doctor egipcio encargado de elaborar un informe sobre las necesi- dades médicas de Misrata. Se marchó horas después con una enorme lista de productos de primera necesidad. Y eso que lo peor estaba todavía por llegar.
«El sábado y el domingo han sido dos jornadas especialmente críticas», aseguró ayer Antonio, uno de los miembros de la ONG italiana Emergency, una de las pocas organizaciones que trabajan sobre el terreno. El director del centro, Khalid Abu Falra, ni siquiera tenía ganas de hacer valoración alguna.
«Por suerte, la mayoría de pacientes a los que habíamos logrado estabilizar fueron evacuados a Túnez el viernes», explicó Rabbia, un voluntario que llegó ayer mismo desde Bengasi con el objetivo de transportar a algunos de los heridos. Según el joven sanitario, esta actuación evitó el «colapso» del principal centro médico de Misrata.
«Necesitamos todo tipo de medicamentos. Podemos aguantar algunos días, pero no sabemos cuántos», afirmó el doctor Mahmud Jibrill, que se lamentaba de que una de las embarcaciones con las que transportaba la ayuda humanitaria desde Bengasi se hubiese hundido a medio camino. «Hemos perdido mucho material médico», lamentó.
El mar es la única vía de comunicación de Misrata, por lo que los sanitarios tienen que trasladar a sus pacientes en diferentes barcos que van desde los ferries fletados por el Gobierno turco hasta pesqueros donde apenas pueden acomodarse media docena de heridos. En estos barcos también llegan voluntarios que, como Rabbia, realizan labores de apoyo durante dos o tres días hasta que regresan con el barco cargado de pacientes.
La situación sanitaria, que no era fácil antes del fin de semana, se ha agravado estos días debido al incremento en el número de víctimas provocadas por la ofensiva gadafista. Algunos llegan con heridas de bala, pero la mayoría fueron alcanzados por las explosiones que continuamente sacuden el centro de Misrata y algunos de sus barrios residenciales. Muchos de ellos son combatientes, aunque también llegan civiles que han sido alcanzados por los cohetes.
Atacar desde el exterior
No parece casual que el incremento de los bombardeos se produzca después de que el régimen anunciase su intención de retirar a sus tropas del centro de la ciudad. Aunque lo único cierto de aquel anuncio es que podría haberse producido un cambio de estrategia, que ahora se centraría en bombardear la localidad desde el exterior sin tratar de ganar posiciones en las calles controladas por los rebeldes.
Ante tanta información interesada, la situación en Misrata es confusa. Ayer, por ejemplo, la calle Trípoli se encontraba prácticamente limpia. Incluso algunos rebeldes habían comenzado a retirar las enormes barricadas de tierra colocadas junto al edificio Taminah. El hospital público, en el otro extremo de la principal arteria de Misrata, era el único punto conflictivo.
Los rebeldes aseguraban ayer que la zona estaba bajo control, algo que podría confirmar el hecho de que decenas de personas se manifestaran frente al centro médico exigiendo más contundencia a la OTAN sin que fueran atacadas por ningún francotirador. Sin embargo, los combates y, sobre todo, los bombardeos siguieron escuchándose durante toda la jornada.
El presidente del Consejo Nacional rebelde, Mustafa Abdel Jalil, aseguró que Kuwait va a aportar 50 millones de dinares kuwaitíes (unos 124 millones de euros) a las arcas de los sublevados. «Este monto servirá para pagar los salarios de los funcionarios, que llevan dos meses sin cobrar sus escasos salarios», afirmó Jalil.
Miles de marroquíes volvieron a salir ayer de forma pacífica a las calles de las ciudades más importantes para pedir profundas reformas políticas y sociales y exigir la liberación de los presos, a pesar de que el rey Mohamed VI anunció una remodelación constitucional y excarceló la semana pasada gracia a 190 prisioneros.
El fotógrafo gijonés Manu Brabo, colaborador de GARA y retenido desde el 5 de abril por las fuerzas de Gadafi, pudo telefonear el sábado a sus padres, a quienes les comunicó que se encuentra bien en una prisión militar de Trípoli. La madre del fotógrafo, Victoria Bravo, relató a Efe que por primer vez le dejaron llamar por teléfono y hablar con ellos unos quince minutos.
«Nos ha asegurado que le tratan bien y que no es objeto de agresiones donde está junto con otros tres reporteros, y que le dan comida y tabaco», señaló su madre, quien añadió que, sin embargo, aún no le han dicho cuándo le liberarán. Brabo fue retenido junto a los fotoperiodistas Clare Morgana, James Foley (ambos de EEUU) y el sudafricano Anton Harmel.
Por otra parte, un periodista francés resultó herido de gravedad el sábado por la noche en Misrata. El joven, que escribe para un blog alternativo (http://setrouver. wordpress.com/), recibió un disparo en el cuello cuando caminaba con otro compañero junto al gimnasio en el que se aloja la mayoría de corresponsales que han logrado acceder a la sitiada ciudad. Todo apunta a que fue víctima de una bala perdida, ya que a esa hora se registraron intercambios de artillería entre rebeldes y los escasos soldados leales a Gadafi que permanecen todavía allí. La rápida actuación de su acompañante permitió que los sanitarios le salvaran la vida, pero se encuentra en situación crítica. A.P.