Cuando comer en la calle en fiestas se convierte en un acto de rebeldía
Un acto tan simple como el de reunirse con los vecinos del barrio para cocinar un calderete se ha situado en el punto de mira del Ayuntamiento de Iruñea en su cruzada contra las fiestas populares.
Martxelo DÍAZ |
Habitualmente, las fiestas sirven para reunirse con los vecinos del barrio, tomar un par de cervezas o marianitos y en muchos lugares para comer en la calle. Esto es lo normal y sirve tanto para los almuerzos del día 6 de julio en Iruñea, para las fiestas de la Txantrea o para cualquier otro lugar.
Pero lo que es habitual (e incluso tradicional) se torna en rebeldía ante las prohibiciones a cualquier expresión de fiesta popular que lleva a cabo el Ayuntamiento de Iruñea en los barrios de la ciudad.
La prohibición de una comida popular autogestionada como los calderetes de la Txantrea se enmarca en el intento de UPN de controlar las fiestas de los barrios surgidas de la iniciativa popular.
El año pasado, el Ayuntamiento anegó con 20.000 litros de agua el recinto en el que estaba previsto que se celebrasen los calderetes y envió a un gran número de policías para evitar que los vecinos pudieran preparar sus guisos.
Asimismo, quedó en evidencia que los vecinos del barrio están con la comisión de fiestas y que acudieron a la cita de Alemanes, mientras que el recinto «alternativo» preparado por el Ayuntamiento en Irubide permanecía desierto. Una prueba del apoyo vecinal a los calderetes en Alemanes son las 3.000 firmas recogidas por la comisión de fiestas. Mientras, el Ayuntamiento sde UPN e escuda en las quejas de dos únicos vecinos para prohibir el festival gastronómico.
La comisión de fiestas tenía preparado un plan para dejar todo el recinto limpio e, incluso, para regular el tráfico. La respuesta del Ayuntamiento fue seguir negándose a autorizar el uso de Alemanes y ofrecer dos escenarios «alternativos».
Por un lado, un espacio situado en el monte Ezkaba, más allá de la Ronda de Iruñea, alejado del recinto festivo y en el que se ha instalado un «cagadero de perros».
Por otro, el Ayuntamiento proponía que los calderetes fueran a Irubide, un lugar que, a juicio de la comisión de fiestas, no reúne las condiciones adecuadas por su pequeño tamaño y que actualmente, además, es una zona de obras con un acceso complicado.
La comisión de fiestas ha destacado que se ha reunido en numerosas ocasiones con el Ayuntamiento para tratar de hallar una solución, pero que siempre se han encontrado un muro.
De hecho, la comisión de fiestas revela que Patxi Fernández, responsable de Seguridad Ciudana del Ayuntamiento, les reconoció que el problema real era que tras la prohibición del año pasado y la respuesta vecinal políticamente no podían echarse atrás.
«Esos son sus problemas, nosotros como comisión de fiestas organizamos una serie de actividades y defendemos nuestra autonomía. Si ellos tienen problemas políticos, que los resuelvan, pero que nos dejen en paz», destaca la comisión de fiestas de la Txantrea.
Un grupo de vecinos de la Txantrea hizo ayer un llamamiento a participar en los calderetes en Alemanes, tal y como se viene haciendo desde hace cinco años, cuando el Ayuntamiento los sacó de Irubide. Para ello, han citado a los vecinos del barrio a las 9.00 de mañana. La comisión de fiestas ha desconvocado el acto por temor a las multas del Ayuntamiento. «Los txantreanos queremos celebrar los calderetes en Alemanes, porque son nuestras fiestas», destacan estos vecinos.
Bildu, por su parte, denuncia la «actitud caciquil» de Yolanda Barcina, destacando que «UPN vuelve a entrometerse en el contexto festivo de los barrios para hacer alarde de su autoritarismo frente a la libertad de la ciudadanía».
Por ello, Bildu exige a UPN que si tras la desconvocatoria del acto por parte de la comisión de fiestas, «finalmente de forma libre y espontánea la ciudadanía decide seguir adelante con la celebración de los calderetes, no incida en el error y repita el despropósito, espectáculo lamentable, del año pasado utilizando incluso la fuerza física para dispersar a quienes estaban tranquilamente celebrando sus fiestas». «Es lamentable que un gobierno municipal evidencie tal incapacidad para escuchar a los vecinos y, a sabiendas de su falta de razón y del absurdo de su obececación, reconozca ante los propios promotores del acto que no va a enmendarse a sí mismo sólo por pura cerrilidad», añade la coalición. M.D.